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Investigación periodística e historia política
La investigación periodística revela el funcionamiento de los factores de poder en una sociedad y descubre el por qué existencial de las mayorías populares.
-Así comienza la nota de Carlos del Frade que encontré husmeando por la Wikipedia donde destaco especialmente sus artículos relacionados en los que se teje y desteje el mito de los riojanos, construido tal vez, como último recurso para cobijar los sueños en un nombre.
La historia del Chacho plena de riquísimos matices, se agiganta al infinito en el momento final, ese instante fatal donde su espíritu luminoso contrasta como la claridad ascendente de la tarde, contra la oscuridad de la noche que desciende hasta asentarse y ocultar en el silencio profundo del tiempo la pérfida voluntad de los asesinos.
José Hernández, conocido por “Martín Fierro”, fue pionero de un periodismo que revela el nombre y el apellido de los multiplicadores del dolor del presente que le tocó vivir. La investigación sobre el asesinato del Chacho Peñaloza es una pieza de antología que no solamente es útil para los miles de estudiantes de periodismo, sino también para la historia política de los argentinos.
-Los que siguen son algunos de los párrafos a mi juicio reveladores de la página de donde provienen las citas anteriores, un artículo que merece ser leído y compartido igual que los otros que acompañan una suerte de informe especial, con poesías, letras de canciones y hasta los audios de Jorge Cafrune en Zamba del Chacho y Triunfo del Chacho, dos joyas de nuestro cancionero testimonial.
///...José Hernández es el símbolo de un periodismo de denuncia y prólogo del género de la investigación que descubre la trama íntima de la impunidad en torno a un crimen político que conmovió a la sociedad argentina de principios de la década del sesenta del siglo pasado. El asesinato del Chacho Peñaloza fue presentado por los periódicos de la época, los de Buenos Aires, como el “lógico final de un bandolero”. Sarmiento y Mitre justificarían el método en nombre del progreso.Frente a esta construcción de sentido del presente, tendiente a conformar una visión que justificaba la eliminación de las resistencias del interior ante el proyecto económico y político de la burguesía porteña en alianza con los ganaderos de la Mesopotamia, el periodista Hernández, descubriría otra historia a través de una serie de artículos en el periódico entrerriano “El Argentino”, de Paraná.La primera nota,“Asesinato atroz” comenzaba:“El general de la Nación, Don Angel Vicente Peñaloza ha sido cosido a puñaladas en su lecho, degollado y llevada su cabeza de regalo al asesino de Benavídez, de los Virasoro, Ayes, Rolin, Giménez y demás mártires, en Olta, la noche del 12 del actual”, en referencia a noviembre de 1863.
“El general Peñaloza contaba 70 años de edad; encanecido en la carrera militar, jamás tiñó sus manos en sangre y la mitad del partido unitario no tendrá que acusarle un solo acto que venga a empañar el valor de sus hechos, la magnanimidad de sus rasgos, la grandeza de su alma, la genrosidad de sus sentimientos y la abnegación de sus sacrificios”.
Hernández describe y utiliza los adjetivos que informan.“El asesinato del general Peñaloza es la obra de los salvajes unitarios; es la prosecución de los crímenes que van señalando sus pasos desde Dorrego hasta hoy”. Luego vendrá un segundo artículo, “La política del puñal” en la que advierte desde la lucidez del analista político: “Tiemble ya el general Urquiza que el puñal de los asesinos se prepara para descargarlo sobre su cuello; allí, en San José, en medio de los halagos de su familia, su sangre ha de enrojecer los salones tan frecuentados por el partido Unitario”.
Analiza la construcción de la historia oficial a través del diario “El Imparcial” de Córdoba y “La Nación Argentina”, de Mitre. Terminó escribiendo que “el criminal se agazapa, se esconde, pero siempre deja la cola afuera, que es por donde lo toma la justicia. Los salvajes unitarios han dejado también la cola afuera”...///
En el facón del Chacho, que se exhibe en el Museo de Historia de La Rioja puede leerse, todavía hoy, una inscripción que define su carácter:
"Naides, más que naides, y menos que naides"
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