Muchas son las causas por las que el problema de la contaminación ambiental parece ser algo insoluble para las comunidades del mundo actual. La ciudad de La Rioja no es la excepción a estas problemáticas. El accionar inconsciente durante varias décadas de algunos empresarios de nuestro parque industrial, puso en peligro el medio en donde vivimos y respiramos a diario.
Quizá sea la desidia de los que deberían proteger a los ciudadanos y también con igual o mayor responsabilidad, los responsables de las fábricas que ignoraron la importancia de un ambiente sano, se conjugaron para que se creara la llamada LAGUNA AZUL.
Un espejo de agua contaminante, ubicado a este de la ciudad, que torna el aire irrespirable destruyendo la vegetación y contaminando las napas de agua que miles de ciudadanos del sector consumen.
Las causas todos de algún modo las sabemos desde más de tres décadas.
Efluentes industriales iban formando una laguna de aguas oscuras y fétidas, producto de los residuos que desembocaban en ese predio, sin control alguno.
La mezcla de celulosa, anilinas, sales y demás productos, fueron contaminando el suelo y las napas de agua, tornándose perjudicial para la salud de las personas y animales.
El predio se origina en 1978 como una cantera de áridos utilizada para la infraestructura del parque industrial. Pero la depredación fue tan grande que se originó una cava equivalente a 4 plazas y con profundidades de hasta 20 metros.
El delito mayor fue no haber previsto, ni el tratamiento, ni la recolección de los efluentes del nuevo parque industrial. Y fue así que esa gran cava se convirtió en una extensa laguna de color azul debido a las tinturas, anilinas y otros desechos contaminantes.
Durante los 20 años siguientes jamás se pudo revertir la situación, al contrario la laguna no pudo contener tanta cantidad de líquido y se rebalso en pendiente sur.
En el año 2000, el estado provincial pone en marcha una planta físico química de tratamiento, pero al poco tiempo, impotentes ante las empresas que no respetan el pacto de no derramar líquidos, además de problemas financieros, la planta se abandona.
Es aquí donde se convoca a la Fundación Ecológica del Valle de Huaco que viene trabajando desde el 2003, con un grupo de ciudadanos comprometidos y con una vocación de servicio que ha hecho revertir esta situación contaminante logrando grandes adelantos que están a la vista de todos. Avances que si uno analiza son notables a comparación de años atrás. La laguna no desapareció del todo pero bajó considerablemente el caudal de agua estancada y los olores nauseabundos.
Recorriendo las orillas de la laguna en estos días de marzo del 2010 pudimos tomar dimensión de lo que se provoca en el medio ambiente cuando no se tiene en cuenta la esencia de la vida de nuestro planeta. Contaminamos la tierra que necesitamos inexorablemente, el aire que respiramos y dejamos que el agua, esa herramienta esencial para la vida del hombre se vuelva inutilizable para todo ser viviente. El problema a decir verdad, no se ha solucionado y lejos se está de eso.
Las empresas no es que hoy han dejado de tirar desechos tóxicos, lo que hoy está funcionando es un sistema cloacal que lleva estos líquidos a zonas alejadas de la urbanización. Es claro que la erradicación del problema no existe, solo se trata de llevar un problema hacia otro lugar. Algunas versiones hablan de que las empresas aprovechan la época de lluvia para liberar los efluentes nuevamente a la laguna azul como desagüe pluvial. Actividad que se hace imposible de controlar para organismo ambiental alguno.
La inmoralidad de algunos hace peligrar la vida de muchos. Un informe realizado por un equipo de profesionales de la Unlar dio cuenta hace un largo tiempo atrás, del efecto nocivo que ya perjudica a los suelos y aguas subterráneas de la zona este de la ciudad.
En tanto, el estudio estimó que la población que vive en ese sector está constituida por 18.677 personas, que se ven afectadas directa e indirectamente. Además, la localización de las industrias en esa zona también "está necesariamente afectada". El problema se agrava debido a que existe un crecimiento urbano que apunta precisamente a esa zona contaminada, es decir, que cada vez hay más gente que se va a habitar en esos lugares.
La investigación trabajó con imágenes satelitales (merced a un convenio que la Universidad firmó con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales) complementadas con datos digitales relacionados en un Sistema de Información Geográfica (SIG). Así es que se evaluó parcialmente el deterioro ambiental en la zona este de la capital "causado por el vertido sin control de los efluentes industriales y domésticos, además de la presencia de un basural manejado sin ningún tipo de regulación", se lee en el informe.
Agregaron que existen dos temas importantes e íntimamente relacionados en cualquier centro poblado: uno es el crecimiento urbano y el otro son las consecuencias ambientales que trae aparejado. Con respecto al primer punto, se comparó la situación en 1994 hasta el 2003. Se puedo apreciar que hubo un crecimiento físico urbano de la ciudad, con una expansión de 10.530 hectáreas en todos los sentidos, pero especialmente se notó una expansión hacia el sur y noreste.
Con respecto a la contaminación de los acuíferos subterráneos, las lagunas mencionadas provocan "una continuidad hidráulica", es decir que lo que contienen estas lagunas se traslada a los acuíferos. De este modo, se disminuye la calidad de las aguas subterráneas que se pudieran extraer de los pozos que allí se ubican. "Esta situación seguramente se verá incrementada en la medida que no se tomen acciones de contrarresto a las actuales", advirtieron los investigadores.
A pesar de lo esfuerzos de la fundación y de los que realmente les importa el tema de la contaminación, la erradicación definitiva de éstos lugares nunca se dará si no hay una continuidad sistemática del Estado en ocuparse y preocuparse por ello.
Este es legado genuino de las empresas que además de actuar irresponsablemente se beneficiaron con la promoción industrial durante décadas en la provincia de la Rioja. Las consecuencias de éstas actitudes destructivas las seguirán pagando las generaciones venideras.