Cuando en diciembre de 2004 el Verano teñía las noches de silencio, escribía:
"La conquista de América se regó con sangre. La ambición del oro destruyó culturas, civilizaciones, formas de vida. Será necesario que los formadores de opinión dejen de lado sus intereses económicos, y por una vez permitan que se sepa la verdad, la terrible verdad de esta pesadilla ambiental que se cierne sobre la provincia. Habrá que demostrar que la gente y el desarrollo sostenible son más importantes que las mineras extranjeras, y que al gobierno debe importarle mucho más la salud y el ambiente de su provincia que el bienestar económico de las compañías multinacionales."
Aquella vez, los formadores de opinión escucharon. En la ciudad de La Rioja, Rolando Silva en Radio Libertad recogió el guante. (Antes lo había hecho el propio diario el independiente publicando la nota). Ese día, el revuelo fue importante. Llamados telefónicos al aire, adhiriendo a la denuncia y por supuesto las des-calificaciones y los intentos de explicar lo inexplicable, por parte de los funcionarios funcionales, no alcanzaron siquiera para equilibrar la balanza. La noticia había empezado a correr y el oído sensibilizado del balance de fin de año, le hizo lugar a la previsión del futuro. El debate se abría.
Lo mas extraño, es que la información estaba en los diarios, todos los días el gobierno casi por goteo dejaba constancia de su proyecto minero. Pero nadie aparentemente prestaba atención al tema y todo se diluía en las declaraciones oficiosas de los funcionarios. Un día me doy de frente con una marcha docente que por calle Castro Barros, venía hacia la plaza principal de Chilecito. Como no podía ser de otro modo, me sumo.
Habían pasado muchas huelgas, muchas asambleas y también muchas elecciones en el gremio que me dejaron al costado del camino. Pero ese día no era el gremio, eran los docentes autoconvocados denunciando la defección del sindicato y la pauperización de los salarios.
Resonaban los ecos de otra lucha, donde por fuera de las orgas, cooptadas por la debilidad o la corrupción de la burocracia sindical y política, ciudadanos de todos los pelajes se ponían manos a la obra en la edificación del destino que aspiraban. Un año antes, enterados de la "ley de cooperadoras escolares", eufemismo tras el que el actual gobernador (entonces vice) impulsaba la privatización de la educación primaria y secundaria, mediante la transferencia a las comisiones de padres de la responsabilidad de administrar y financiar las escuelas, desobligando al estado de garantizar su funcionamiento. Se paralizaron las clases en todas las escuelas durante tres meses, asambleas y movilizaciones se sucedían semana a semana con plazas llenas, creciendo hasta los departamentos vecinos, luego la capital... Pero el centro de la lucha era Chilecito. Movilización de padres, docentes, tutores, alumnos, familias enteras a la legislatura, y sesión de la cámara en la que los diputados derogaron una ley que duró tres meses.
Una nueva movilización bullía en las calles chileciteñas, ahora en repudio del burdo anuncio de aumento salarial, que ni siquiera era una recomposición. Unas migajas, una burla. Entonces las asambleas y la marcha, el repudio, la denuncia. Y alguno de esos periodistas que tanto adoran la primicia, como los beneficios del poder, buscando descalificar o según él, entender una protesta que no entendía (porque consideraba que el gobierno había hecho un gran esfuerzo). Me hace una seña, mezclado entre los que marchamos, porque nadie le quiere responder sus preguntas y me pone el micrófono...(épocas de Handys, bolso con batería seca de moto y micrófono de bases UHF o VHF), entonces le digo que para mí era una burla, porque en total el aumento representaba según el propio gobierno unos 150 mil pesos, y que en la misma página del diario, el mismo gobierno que decía no tener plata, anunciaba el aporte de unos 80 millones para asociarse con la Barrick, para hacer negocios desvastadores en el cerro Famatina, que además de entregar los recursos minerales a empresas extranjeras, implicaban la contaminación con cianuro de nuestras fuentes de agua y la destrucción del hábitat de la flora, la fauna y las personas que vivimos en el valle. Me salió como una sola bocanada. Sorprendido, me preguntó en tono de burla, de donde -sacaba eso- le dije que del diario, que lo leyera en la edición del día. Ahí terminó la nota y se alejó en medio de la marcha.
En la vereda, estaba escuchando Hermes Quintana, se me acercó y me dijo señalando con el dedo hacia arriba: Eso que usted a dicho, es muy importante. Tiene que escribirlo, porque en la radio la gente lo escucha y se olvida. En el diario, lo van a leer muchos y pueden pasar la información a otros y armar el debate. Tiene que escribir en el diario, lo que están haciendo con el Famatina, eso es mas urgente que todo esto.
Pasó la movida docente y me senté a escribir. Pasaron los años y las asambleas otra vez.
Hasta ahora, el pueblo viene demostrando con esa rara clarividencia de las multitudes en las que creen los que dicen que los pueblos no se equivocan o desde la sencillez del sentido común; que la vida es mas importante que cualquier negocio. Pero el gobierno, los gobiernos se empeñan en negar, el derecho a la salud y el ambiente sano, priorizando las ganancias espúreas de falsos patrones extranjeros.
Está claro, cada vez más, que no alcanza con la bronca y el repudio. Hay que organizarse y cambiar. Pero hay que cambiarlo todo, porque si el pueblo no cambia todo, no cambia nada.
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