sábado, 25 de noviembre de 2006

EL FIN DEL ENGAÑO Y LA ULTIMA FRONTERA

por Ricardo Alarcón de Quesada
Conferencia pronunciada en la semana que la Asociación Cultural Alfonso Sastre (ASKE) organizó sobre la utopía (Segunda Parte)

Cosas peores se publican allá todos los días.

El libro de Fukuyama al menos propició la reflexión y un debate que ya parece concluido, pues cada vez son menos los que comparten su visión panglosiana de la victoria final del capitalismo y la imposibilidad de alcanzar un tipo de sociedad superior, más justa y más libre y crece el número de quienes, más allá de cualquier doctrina, ven con angustia cómo el sistema que hoy sojuzga al planeta, amenaza con destruirlo y aniquilar la especie humana. La idea de que un mundo mejor es posible tiene un poder de convocatoria que moviliza a millones de personas a las que antes no llegaba el mensaje socialista.

Aunque ya pocos defienden el famoso libro conviene profundizar en su origen y en los de sus predecesores. Ello es indispensable para “organizarse y actuar” y cambiar el mundo.

Pero ante todo es importante desentrañar los mecanismos y procedimientos que permiten el ejercicio repetido del fraude intelectual que tales textos reflejan y su fácil conquista de las mentes de millones de personas víctimas del embuste.

En 1997, en un libro dedicado al estudio del poder global estadounidense, Zbigniew Brzezinski subrayó el papel central que en él desempeña la dominación cultural ejercida, mediante su hegemonía “sobre las comunicaciones globales, las diversiones populares y la cultura de masas” . Casi treinta años antes el propio Brzezinski había expuesto la función que deberían desempeñar los medios de comunicación que entonces apenas iniciaban sus grandes transformaciones tecnológicas. Su tarea sería trabajar sobre las mentes individuales de “millones de ciudadanos desorganizados” para “manipular sus emociones y controlar su razón”).

Brzezinski definió también con todo candor el papel asignado a un sector de los intelectuales que serían instrumento de los grandes centros del poder político y económico a quienes describió como sus “house ideologues” . Con su auxilio y empleando las nuevas tecnologías -en los años sesenta era sobre todo la televisión- y actuando sobre los individuos aislados en una sociedad de la que, según sus previsiones, habrían desaparecido los sindicatos, partidos y periódicos que en otras épocas organizaban a los ciudadanos, terminarían por domesticarlos y someterlos.

Detrás de toda la palabrería escatológica referida antes en el texto citado de Derrida apenas se ocultaba el verdadero propósito: imponer el fin de la democracia. Vale la pena recordar que ya los padres fundadores de la nación norteamericana, Hamilton y Madison en particular, veían en esa domesticación y sometimiento del pueblo la misión histórica de la naciente república.

Para ellos la verdadera esencia del sistema norteamericano, aquello que lo distinguiría de la democracia antigua era “la total exclusión del pueblo en su capacidad colectiva de toda participación” en el ejercicio de la autoridad. Era necesario “evitar la confusión y la intemperancia de la multitud” ya que “aunque todos los ciudadanos atenienses hubieran sido como Sócrates cada asamblea ateniense habría seguido siendo una turba”

Con el término de la guerra fría nos acostumbramos a denunciar y combatir la imposición del pensamiento único. Debemos continuar esa lucha pero hay que desenmascarar con igual fuerza el empeño por eliminar el pensar, lisa y llanamente, por descerebrar y embrutecer que hoy salta a la vista por todas partes en la televisión, el cine, la radio, la prensa escrita, la industria cultural, la publicidad consumista y enajenante a la que no por azar se dedican cada día recursos financieros, materiales y tecnológicos colosales.

Brzezinski había publicado su primer trabajo en enero de 1968 en la revista Encounter, órgano del Congreso por la Libertad de la Cultura. A la revista y al Congreso estuvieron vinculados una buena parte de los intelectuales de Europa Occidental y Norteamérica cuyas obras alcanzaron gran difusión y excelentes comentarios en la prensa durante la Guerra Fría. Publicaron artículos y ensayos y organizaron seminarios, exposiciones y conferencias internacionales que buscaban diseminar el mismo mensaje: después de la Segunda Guerra Mundial, que llevó a la cumbre a Estados Unidos, se había arribado al punto culminante de la evolución social -“la sociedad post industrial”- en el que se alcanzaba también el “fin de las ideologías”.

No todos les hicieron caso. Los años sesenta del pasado siglo no habrían de ser precisamente lo que Encounter y el Congreso anunciaron tan pomposa y doctamente. Fueron exactamente lo contrario a pesar del torrente de recursos que entonces usaron para engañar a la gente.

Fuente: Rebelión

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"Hoy nos encontramos en una nueva fase de la humanidad. Todos estamos regresando a nuestra casa común, la Tierra: los pueblos, las sociedades, las culturas y las religiones. Intercambiando experiencias y valores, todos nos enriquecemos y nos completamos mutuamente. (…)

(...) Vamos a reír, a llorar y a aprender. Aprender especialmente cómo casar Cielo y Tierra, es decir, cómo combinar lo cotidiano con lo sorprendente, la inmanencia opaca de los días con la trascendencia radiante del espíritu, la vida en plena libertad con la muerte simbolizada como un unirse a los antepasados, la felicidad discreta de este mundo con la gran promesa de la eternidad. Y al final habremos descubierto mil razones para vivir más y mejor, todos juntos, como una gran familia, en la misma Aldea Común, bella y generosa, el planeta Tierra."

Leonardo Boff, Casamento entre o céu e a terra. Salamandra, Rio de Janeiro, 2001.pg09

Hacia un Socialismo Nuevo La Utopía continúa

¿Qué cambios hemos experimentado en función de las lecciones que nos ha dado la historia? ¿Qué actitudes, qué acciones son de esperar hoy de una militancia socialista? Nadie nace socialista, el socialista se hace. Personalmente y comunitariamente. Hay valores referenciales, eso sí, que son columnas maestras del socialismo nuevo: la dignidad humana, la igualdad social, la libertad, la corresponsabilidad, la participación, la garantía de alimento, salud, educación, vivienda, trabajo, la ecología integral, la propiedad relativizada porque sobre ella pesa una hipoteca social.

La Utopía continúa, a pesar de todos los pesares. Escandalosamente desactualizada en esta hora de pragmatismo, de productividad a toda costa, de postmodernidad escarmentada. La Utopía de que hablamos la compartimos con millones de personas que nos han precedido, dando incluso la sangre, y con millones que hoy viven y luchan y marchan y cantan. Esta Utopía está en construcción; somos obreros de la Utopía. La proclamamos y la hacemos; es don de Dios y conquista nuestra. Con esta «agenda utópica» en la mano y en el corazón, queremos «dar razón de nuestra esperanza»; anunciamos e intentamos vivir, con humildad y con pasión, una esperanza coherente, creativa, subversivamente transformadora.

Pedro CASALDÁLIGA

Para probar si sos human@


UTOPÍAS


Cómo voy a creer / dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías

cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza

cómo voy a creer / dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea

cómo voy a creer
que el horizonte es la frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada

cómo voy a creer / dijo el fulano
que tu cuerpo / mengana
no es algo más de lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos
cómo voy a creer / mengana austral
que sos tan sólo lo que miro
acaricio o penetro

cómo voy a creer / dijo el fulano
que la útopia ya no existe
si vos / mengana dulce
osada / eterna
si vos / sos mi utopía


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Escrito por "Mario Benedetti"
Tomado de "Praxis del fulano" del libro "Las soledades de babel"

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