sábado, 27 de mayo de 2006

Ciudadanía y solidaridad

Frei Betto
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Cualquier persona o institución -movimiento social, denominación religiosa, ONG, escuela, empresa, asociación, etc.- puede y debe promover iniciativas que refuercen la ciudadanía y la solidaridad: mesas redondas, campañas, conferencias, obras que beneficien, sin asistencialismo, a la población más pobre.

Un excelente punto de partida son las Metas del Milenio, aprobadas por 191 países de la ONU en el 2000. Todos, incluso el Brasil, se comprometieron a cumplir los ocho objetivos hasta el 2015: 1) Acabar con el hambre y la miseria. 2) Educación básica de calidad para todos. 3) Igualdad entre sexos y valorización de la mujer. 4) Reducir la mortalidad infantil. 5) Mejorar la salud de las gestantes. 6) Combatir el sida, la malaria y otras enfermedades. 7) Calidad de vida y respeto al medio ambiente. 8) Todo el mundo trabajando por el desarrollo.

No hay nadie que no pueda hacer un gesto en dirección a esos objetivos: debatir en el aula de clase las causas de la pobreza y las trabas para la mejor distribución de la renta; introducir en la escuela la educación nutricional, adoptar los programas Escuelas Hermanas y Joven Voluntario, Escuela Solidaria; promover un panel sobre Chico Mendes, una exposición sobre los derechos de los pueblos indígenas o acciones de combate al trabajo y la prostitución infantil; organizar un huerto comunitario; luchar por la mejoría de la educación, del acceso a medicamentos seguros y baratos o abrir un curso de alfabetización de adultos; denunciar el prejuicio contra los homosexuales y el uso de la mujer como estímulo para el consumismo; fortalecer la pastoral de la infancia y discutir la relación entre explosión demográfica y crecimiento económico con desarrollo social; concientizar sobre los peligros del sida, las causas de la malaria y el aumento de las enfermedades provenientes del desequilibrio ecológico; colaborar en la implementación de la reforma agraria, visitar y apoyar campamentos y asentamientos rurales, enterarse de qué es desarrollo sustentable, etc.

Hay quien aparta la vista de las Metas del Milenio: El mismo error fue cometido cuando los verdes, décadas atrás, levantaron la bandera de la ecología. Felizmente Chico Mendes nos abrió los ojos. Enseñó que la preservación del medio ambiente es de las pocas banderas que movilizan adeptos en todas las clases sociales.

Es preciso movilizar a la nación en torno a acciones concretas que nos permitan construir "otro mundo posible". Y priorizar, en pleno neoliberalismo que asola al planeta, valores antagónicos al individualismo y a la competitividad, como lo son la ciudadanía y la solidaridad.

¿Qué hemos hecho para cambiar el mundo? ¿Qué hace usted, su escuela, su comunidad religiosa, su movimiento social, su empresa? Quejarse es fácil y reclamar no es difícil. El desafío es actuar, organizar, concientizar, transformar.

"Diarios de motocicleta", película de Walter Salles, muestra una escena en la que Ernesto Guevara decide, la noche de su cumpleaños, meterse en el río que lo separaba de la comunidad de leprosos. En aquel momento el Che optó por la margen opuesta, la de la ciudadanía y la solidaridad. No se quedó en la orilla en que nació y fue criado, rodeado de confort y de ilusiones, ni se quedó "en la tercera orilla del río", la de los que se aislan en sus convicciones sectarias y nunca terminan la travesía. Es necesario incentivar esa opción. Porque podemos cambiar el Brasil y el mundo. Basta con pasar de las intenciones a las acciones.

Cabeza, tronco y extremidades: si tiene eso, se trata de un animal. Si piensa, habla y opta, es un animal racional. Si no tira papeles al suelo, respeta al peatón cuando maneja auto, pide factura en el comercio y exige los derechos que le asisten, es un ciudadano.

No es fácil ser ciudadano brasileño. Árbol que nace torcido... Nacimos como una nación-colonia, aprendiendo que lo extranjero es siempre mejor que lo nacional. Tuvimos el más largo período de esclavitud de América Latina (¡350años!). Esa sumisión atávica está inoculada en nuestras venas. Basta que alguien se revista con los símbolos del poder -riqueza, autoridad, ostentación- para ser tratado como si fuera un ser naturalmente superior a sus semejantes.

Ciudadanía rima con soberanía. Es necesario amarse a sí mismo para conquistarla. En caso contrario, las empleadas domésticas continuarán relegadas al ascensor de servicio, los restaurantes finos sólo emplearán meseros blancos, en nuestros vuelos internacionales sólo los pasajeros de primera clase respirarán aire puro (los demás aire reciclado) y todos creerán en la publicidad de los planes de salud, que raramente responden a la expectativa del usuario a la hora de la apertura.

Sucede que la globalización hace estallar todos los fundamentos de nuestra soberanía. El neoliberalismo nos impone el Estado mínimo, tipo hilo dental, y el mercado máximo, tan libre que está por encima de las leyes y de la decencia. Las privatizaciones del patrimonio público (Siderúrgica Nacional, Valle del Río Dulce, Usiminas, sistema telefónico, etc.) son el mayor ejemplo de dependencia de nuestro país al capital privado, en general extranjero. Y lo más grave: se privatizan nuestros valores. Corroen nuestro espíritu ciudadano. Estamos siendo cada vez menos solidarios, menos cooperantes, menos participativos. Hasta la fe religiosa es privatizada, destituida de su resonancia social y política. Como si Dios fuese un mero puesto de emergencias y anabolizante de exaltaciones espiritualistas que no se traducen en servicio liberador del pobre, del enfermo, del excluido.

- Frei Betto es escritor, autor de "Tipos típicos. Perfiles literarios", entre otros libros.

Traducción de J.L.Burguet.

http://alainet.org/active/11569&lang=es

Comunicación y cultura: "OFREZCAMOS DIÁLOGO, NO ESPECTÁCULO"

Fernando Véliz Montero
Magíster en Comunicación Social, Univ. Autónoma de Artes y Ciencias Sociales (Chile)

Es una realidad afirmar que la comunicación y la cultura son un solo tema a la hora de generar nuevas miradas y puntos de vista. La comunicación es una herramienta no sólo de propaganda y de corte informativo, sino que resulta hoy un campo de creación. La comunicación es un elemento transversal para la cultura; es un instrumento de difusión y creación de sentidos, para un imaginario social cada vez más exigente en las formas y contenidos.

Fundar información, miradas y discursos desde el lenguaje visual, gestual, escrito y/o sonoro, es asumir no sólo el ejercicio de instalar opciones estéticas e ideológicas (campo de ideas) en el debate público. Tampoco es sólo el compromiso de "un autor con su obra". No. Esta creación (artística e intelectual) representa la necesidad imperiosa de toda sociedad por instalar nuevos paradigmas y valores en sus diversas agendas temáticas (individuales, sociales, políticas y artísticas); de igual forma, busca influir en las conversaciones tanto del presente como del futuro, en lo que es el desarrollo de estos grupos humanos... en sus temas. ¿El desafío?: incentivar la renovación e innovación en los contenidos; ponerse al día con la imaginación y la creación; reivindicar finalmente el "Automatismo psíquico" que tanto promovieron André Bretón y los Surrealistas. Es así como podemos afirmar que hoy la cultura y la comunicación son una alianza única a la hora de generar creación y pensamiento crítico en sociedades cada vez más autocomplacientes. Todo apunta a lo mismo: fomentar a como de lugar, el Desarrollo Cultural.

"SE BUSCA" DESARROLLO CULTURAL
Gloria Moreno Pérez en su documento de estudio: "Cultura, comunicación y desarrollo: una relación difícil de definir" analiza el concepto de "desarrollo" desde diversas perspectivas. Uno de los autores citados, G. Esteva, economista y periodista mexicano, plantea: "el desarrollo es comprometerse en un camino que otros conocen mejor, y ensayar hacia un objetivo que ellos ya alcanzaron, pero no con los mismos recursos". Desde esta afirmación surgen preguntas hacia el tema cultural: ¿Cuál es el modelo de desarrollo cultural que hoy requerimos como país? O ¿con qué recursos económicos, educacionales, creativos y comunicacionales contamos para concretar este modelo? Moreno cita a Le Than Khoi, desde donde plantea que el Desarrollo Cultural se observa en el conocimiento, los valores y las actitudes. Muchas veces este desarrollo se ve anulado por la clásica relación, desarrollo = desarrollo económico. La autora enfrenta este error conceptual citando al académico de la universidad de Chicago, Marshall Shalins: "El ser humano no puede tener necesidades, ni comprender la naturaleza, ni tener intereses puros o ninguna fuerza material sino se ha construido culturalmente". De esta forma caemos en otra pregunta, ¿cuáles son los elementos que fundan ésta construcción cultural? La pregunta al igual que la respuesta es amplia y ambiciosa, pero sí se puede ser categórico en un punto: la comunicación -sus soportes y lenguajes- y su uso para el diseño estratégico de la difusión de la cultura, es hoy un tema gravitante para el empoderamiento de este anhelado Desarrollo Cultural.

Ver màs en http://www.comunicacionymedios.com/Reflexion/teorias/teorias-index.htm

Política externa y nuevo paradigma

Leonardo Boff
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La crisis en las relaciones entre Brasil y Bolivia a propósito del gas, permitió que saliesen a la luz dos posturas fundamentales con referencia a las relaciones internacionales. Representan dos paradigmas de política externa: uno enfocado hacia el pasado, regido por la relación amigo-enemigo y por la confrontación; otro orientado hacia el futuro, guiado por la relación del aliado y de la convivencia. Estas posturas aparecieron nítidas en los debates internos y están presentes en la política mundial dentro del proceso de globalización.

Ante todo necesitamos tomar conciencia de la singularidad del momento histórico que estamos viviendo. Nuestra percepción de fondo ha cambiado: nos descubrimos como especie humana, reunida en un espacio limitado que es el planeta Tierra. Todos somos interdependientes. Nuestro destino común se ha globalizado: o cuidamos de la humanidad y del planeta Tierra como un todo o, simplemente, no tendremos ningún futuro.

Los peligros reales pueden significar una oportunidad única para la sociedad mundial, oportunidad de reinvención de un nuevo paradigma de civilización, asentado sobre la hospitalidad general, la convivencia, el respeto, la tolerancia, la responsabilidad universal y la comensalidad. Aprendemos mucho del pasado, pero no nos es permitido repetirlo.

Sin embargo, hay una clase de políticos que, ante los problemas mundiales o regionales, apuestan por soluciones del pasado, que usan la fuerza y el enfrentamiento. El presupuesto teórico formulado por Carl Schmitt (+1985) y repetido por Samuel P. Huntington en «El choque de civilizaciones» dice: «la esencia de la existencia política de un pueblo reside en su capacidad de definir quién es amigo y quién es enemigo». Definido el enemigo, entra a funcionar la política del garrote y la satanización del otro. Es lo que ha sucedido en Brasil con respecto a Bolivia, por causa de la nacionalización del gas hecha por el presidente Evo Morales. La clase política conservadora y miope no vislumbró una política de mediano y largo alcance, adecuada a la nueva fase de la historia de bloques regionales y de constitución de la globalización de la política, que exige diálogo, negociación y conciliación de intereses con vistas a la convivencia pacífica.

Otro grupo de políticos, bien representados por el Presidente Lula y por el Ministerio de Relaciones Exteriores, se mueve dentro de un paradigma de futuro y de largo alcance, exigido por la nueva situación de la humanidad. Al enemigo y a la confrontación se contrapone el aliado y la convivencia. Se reconocen las diferencias, pero se buscan puntos en común, capaces de crear el bloque latinoamericano, con fuerza para dialogar en pie de igualdad con otros bloques y con otros intereses.

Solamente esta actitud sabia responde a la inquietud de cómo construir un futuro común, cómo habitar poética y prosaicamente el mismo mundo, cuál es la base común que nos permitirá el entendimiento recíproco y la construcción de convergencias en las diversidades regionales y globales... Estamos convencidos de que surgirá una Tierra multicultural, coloreada por todo tipo de valores étnicos, éticos y espirituales con una economía multidimensional y una política del bien general. El propósito mayor es un nuevo modelo de coexistencia, que forme una civilización planetaria interconectada.

domingo, 21 de mayo de 2006

Úselo y tírelo



La sociedad de consumo ofrece fugacidades. Cosas, personas; las cosas fabricadas para durar, mueren al nacer, y hay cada vez más personas arrojadas a la basura desde que se asoman a la vida. Los niños abandonados en las calles de Colombia, que antes se llamaban gamines y ahora se llaman desechables, y están marcados para morir. Los numerosos nadies, los fuera de lugar, son "económicamente inviables", según el lenguaje técnico. La ley del mercado los expulsa por superabundancia de mano de obra barata. El Norte del mundo genera basuras en cantidades asombrosas. El Sur del mundo genera marginados. ¿Qué destino tienen los sobrantes humanos?. El sistema los invita a desaparecer; les dice: "Ustedes no existen".

¿Qué hace el Norte del mundo con sus inmensidades de basura venenosa para la naturaleza y la gente? Las envía a los grandes espacios del Sur y del Este, de la mano de sus banqueros, que exigen libertad para la basura a cambio de sus créditos, y de la mano de sus Gobiernos, que ofrecen sobornos.

Los 24 países desarrollados que forman la Organización para la Cooperación en el Desarrollo Económico del Tercer Mundo produce el 98% de los desechos venenosos de todo el planeta. Ellos cooperan con el desarrollo regalando al Tercer Mundo su mierda radioactiva y la otra basura tóxica que no saben dónde meter. Prohíben la importación de sustancias contaminantes, pero las derraman generosamente sobre los países pobres. Hacen con la basura lo mismo que con los pesticidas y abonos químicos prohibidos en casa: los exportan al Sur bajo otros nombres.

En el reino de lo efímero, todo se convierte inmediatamente en chatarra para que bien se multipliquen la demanda, las deudas y las ganancias, las cosas se agotan en un santiamén, como las imágenes que dispara la ametralladora de la televisión y las modas y los ídolos que la publicidad lanza al mercado.

El Sur, basurero del Norte, hace todo lo posible por convertirse en su caricatura. Pero la sociedad de consumo -dime cuánto consumes y te diré cuánto vales- invita a una fiesta prohibida para el 80% de la humanidad. Las fulgurantes burbujas se estrellan contra los altos muros de la realidad. La poca naturaleza que le queda al mundo, maltrecha y al borde del agotamiento, no podría sustentar el delirio del supermercado universal, y al fin y al cabo, la gran mayoría de la gente consume poco, poquito y nada necesariamente, para garantizar el equilibrio de la economía mundial mediante sus brazos baratos y sus productos a precio de ganga. En un mundo unificado por el dinero, la modernización expulsa mucha más gente que la que integra.

Para un innumerable cantidad de niños y jóvenes latinoamericanos, la invitación al consumo es una invitación al delito. La televisión te hace agua la boca y la policía te echa de la mesa. El sistema niega lo que ofrece; y no hay valium que pueda dormir esa ansiedad ni prozac capaz de apagar ese tormento. La lucha social aparece en las páginas políticas y sindicales.

El mundo de fin de siglo viaja con más náufragos que navegantes, y los técnicos denuncian los "excedentes de población" en el Sur, donde las masas ignorantes no saben hacer otra cosa que violar el sexto mandamiento día y noche. ¿"Excedentes de población" en Brasil, donde hay 17 habitantes por kilómetro cuadrado, o en Colombia, donde hay 29? Holanda tiene 400 habitantes por kilómetro cuadrado y ningún holandés se muere de hambre; pero en Brasil y en Colombia, un puñado de voraces se queda con todos los panes y peces.

Cada vez son más los niños marginados que, según sospechan ciertos expertos, "nacen con tendencia al crimen y la prostitución". Ellos integran el sector más peligroso de los "excedentes de población". El niño como amenaza pública, la conducta antisocial del menor en América, es el tema recurrente de los Congresos Panamericanos del Niño desde 1993.

A principios de siglo, el científico inglés Cyril Burt propuso eliminar a los pobres muy pobres "impidiendo la propagación de su especie". Al fin de siglo el Pentágono anuncia la renovación de sus arsenales, adaptados a las guerras del futuro, que tendrán por objetivo los motines callejeros y los saqueos; y en algunas ciudades latinoamericanas, como Santiago de Chile, ya hay cámaras de televisión vigilando las calles.

El sistema está en guerra con los pobres que fabrica, y a los pobres más pobres los trata como si fueran basura tóxica. Pero el Sur no puede exportar al Norte estos residuos peligrosos, que se multiplican cada día. No hay manera de "impedir la propagación de su especie", aunque según al arzobispo de San Pablo, cinco niños caen asesinados cada día en las calles de las ciudades brasileñas, y, según la organización Justicia y Paz, son niños buena parte de los 40 desechables que cada mes caen asesinados en las calles de las ciudades colombianas.

Tampoco se puede mantenerlos escondidos, aunque los desechables no existen en la realidad oficial: la población marginal que más ha crecido en Buenos Aires se llama Ciudad Oculta y se llaman ciudades perdidas los barrios de lata y cartón que brotan en los barrancos y basurales de los suburbios de la ciudad de México.

No hace mucho, los desechables colombianos emergieron de debajo de las piedras y se juntaron para gritar. La manifestación estalló cuando se supo que los escuadrones parapoliciales, "los grupos de limpieza social", mataban indigentes para venderlos a los estudiantes que aprenden anatomía en la Universidad Libre de Baranquilla.

Y entonces Buenaventura Vidal, contador de cuentos, les contó la verdadera historia de la Creación. Ante los vomitados del sistema, Buenaventura contó que a Dios le sobraban pedacitos de todo lo que creaba. Mientras nacían de su mano el sol y la luna, el tiempo, el mundo, los mares y las selvas, Dios iba arrojando al abismo los desechos que le sobraban, pero Dios, distraído, se había olvidado de la mujer y del hombre, que esperaban allá en el fondo del abismo, queriendo existir. Y ante los hijos de la basura, Buenaventura contó que la mujer y el hombre no habían tenido más remedio que hacerse a sí mismos, y se habían creado con aquellas sobras de Dios. Y por eso nosotros, nacidos de la basura, tenemos todos algo de día y algo de noche, y somos un poco tierra y un poco agua y un poco viento.

Eduardo Galeano
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sábado, 13 de mayo de 2006

Humores del mercado

Frei Betto
Sacerdote, escritor, autor de (junto con Paulo Freire y Ricardo Kotsko), "Esa escuela llamada vida"

Más que todas las encuestas, el Mercado pesa mucho en la elección presidencial. Hay quien imagina que es un ente virtual. O sólo el resultado de una economía centrada en el lucro, y no en el bienestar de la mayoría. Y no falta quien afirma que es una categoría económica que define el espacio donde se dan las relaciones de compra y venta.

El Mercado escomo Dios: existe, todo el mundo habla de él, pero se mantiene invisible y actúa sin que lo percibamos. La diferencia es que, al contrario de Dios, sólo promueve el bien de una minoría. Y no tiene la menor sensibilidad, sino que perjudica a la mayoría, apoyado en el dogma de que es inmutable e inevitable. Como a los grandes criminales, no le gusta mostrarse. Su principal característica es su frecuente cambio de humor. Con facilidad se irrita, permanece inestable, nervioso; y un rato después aparece calmado, tranquilo, sonriente. Nada le alegra más que engordar el lucro de los bancos.

Pero cuando al Mercado no le gusta lo que está ocurriendo -o, como dicen los comentaristas especializados en economía, "reacciona mal"- el dólar sube, el Peligro Brasil aumenta, la Bolsa de Valores cae. Pero si el Mercado siente su ego acariciado, entonces sucede todo lo contrario.

Todos sabemos que el Mercado es el termómetro que hoy nos indica si hará buen o mal tiempo, pero nadie sabe dónde vive ni se cruza con él en la esquina. Sólo los comentaristas y los ministros del área económica tienen contacto con él. O mejor, el Mercado conoce el número de los celulares de esa gente. Y cada mañana, después de leer los periódicos y de oír en la radio las últimas entrevistas con los caciques de la política, él llama a sus portavoces y manifiesta su estado de humor.

Si el presidente le manda al ministro de Hacienda abrir el arca en época de elecciones, el Mercado ridiculiza, insulta, vocifera al teléfono y se toma una caja de Lexotan. Pero si promete no reducir el lucro de los bancos ni decepcionar a los inversores extranjeros, se calma, sonríe y manda a sus portavoces anunciar que hoy está de buen humor. Al Mercado no leimporta si hay niños muriendo de hambre en el Valle del Jequitinhonha o si aumentó el número de los desempleados en São Paulo. Lo que le interesa es defender, con uñas y dientes, a los pocos que ganan mucho. Sobre todo a los inversores extranjeros, pues no le gusta el Brasil ni los brasileños. Además, sólo habla inglés y de preferencia ese extraño dialecto llamado "economés".

Al Mercado le gusta también el ver a un país pobre pagando sus deudas, aunque mueran millones de miseria. Sí, no se espante, pues su lógica es otra. No tiene religión, ni ética, ni corazón. Sólo intereses. Y no le gusta ser provocado. Aunque, por suerte, cuando se altera, sus portavoces aparecen en los medios de comunicación para transmitirnos su estado de ánimo. De ese modo cada vez que se pone nervioso yo me escondo debajo de la cama. Sé que en el hemisferio Norte los inversores borran al Brasil del mapa de la especulación financiera. Sin embargo cuando el Mercado se calma salgo aliviado de mi escondrijo y acompaño a la caída del dólar y al alza de la Bolsa.

Los acólitos del Mercado veneran a Wall Street y odian la red de protección previsional que asegura a millones de pensionistas, enfermos y ancianos un futuro de menos penuria. Y sueñan cada noche con el único porvenir que les interesa: ocupar un cargo de dirección en el Banco Mundial o en FMI, figurar en el consejo de los mayores bancos del país; por eso, tratan a los dueños del dinero como seminaristas delante del Papa.

No olvide que el Mercado adora jugar al columpio. Lo que no le gusta es que le empujen. Y tenga cuidado, pues aunque él no vota, puede que no le guste su voto en las próximas elecciones presidenciales. Además, puede que no apoye a su candidato, porque no le inspira confianza. Entonces él lanza su propaganda terrorista, tratando de hacer creer que si tal candidato venciera habría fuga de inversores, éxodo de capital, regreso de la inflación y desvalorización de la moneda. Así que ponga atención, que el Mercado no suele tener simpatías para quien favorece al pueblo.

Ingresos, salarios y Convenios Colectivos en Argentina 2006

Por: Claudio Lozano - Ana Rameri - Tomás Raffo (especial de ARGENPRESS.info)
El diputado Claudio Lozano y su equipo acaban de publicar un exhaustivo informe sobre la desigualdad distributiva en Argentina. A continuación se reproduce el trabajo.

Síntesis y conclusiones

El material que ponemos en consideración permite sacar un conjunto de conclusiones de interés frente al debate actual sobre ajustes salariales, convenios colectivos y recomposición necesaria de la población se plantea:

1) La canasta familiar (para una familia tipo) ascendía (según INDEC) a finales del 2005, a $2.207,7.

2) El ingreso promedio de los ocupados (también a finales del 2005) ascendía a $722. Es decir, representaba el 32,7% de la canasta necesaria.

3) Obsérvese que los $722 son inferiores (-17%) incluso a la canasta considerada para definir la línea de pobreza de un hogar tipo ($860).

4) Pese a que el nivel de actividad económica del año 2005 es un 5,8% superior al obtenido en el año 1998 (año en que comienza la crisis) la relación entre la canasta necesaria y el ingreso promedio no sólo no se ha recompuesto sino que ha empeorado. En aquel momento la canasta ascendía a $1.292 y el ingreso promedio de los ocupados era de $533,2, es decir un 41% del valor de la citada canasta.

5) A los valores de finales del 2005, un hogar donde los dos adultos perciban $722 y además reciban $60 por asignaciones familiares, tendría un ingreso total de $1.564, es decir un 30% inferior a la canasta necesaria. Demás está decir que lo expuesto se funda en supuestos muy optimistas. Difícilmente puedan tener trabajo los dos adultos con una tasa de desempleo del 12,7%.

6) Así las cosas y poniendo como necesaria una canasta de $2.207, debería incrementarse el ingreso promedio en un 45% para llevarlo a $1.045, debería reducirse la tasa de desocupación para que ambos adultos trabajen y habría que generalizar las asignaciones familiares al conjunto de los trabajadores. Sólo así, el ingreso promedio de los hogares alcanzaría el valor de la canasta.

7) Los valores promedio presentados pueden desagregarse. Así el salario promedio de los registrados ($1.072) permite que trabajando los dos en blanco y cobrando las asignaciones alcancen el valor de la canasta. Sin embargo, el ingreso de los cuentapropistas ($632) indica que un hogar conformado por estos se encuentra 42,7% abajo del valor de la canasta. De igual modo, para el caso de los no registrados cuyo ingreso es de $391, el hogar podría ubicarse un 64,5% abajo del ingreso necesario.

8) Las situaciones expuestas son sólo algunas de las 25 posibles que este material considera en la conformación del hogar. Así podrá observarse que solo una de las 25 posibilidades logra alcanzar el valor de la canasta necesaria (es el caso de que ambos integrantes del hogar sean asalariados formales; la posibilidad menos concreta en el contexto de que el 60% de la fuerza laboral está precarizada). Las restantes posibilidades requerirían un incremento de los ingresos de los hogares que oscilan entre un 25,1% y un 1372%.

9) Como consecuencia del cuadro expuesto, la Distribución del Ingreso indica que la participación de los ingresos populares en el total del PBI no supera el 27%, no se ve fraccionada en términos sustantivos pese a la alta tasa de crecimiento económico y sigue ubicada más de cinco puntos por debajo de los niveles que tuviera en el año 2001.

10) La desigualdad distributiva se sostiene en el marco de un proceso donde la expansión de la productividad no se traslada al incremento de los salarios. Así, en el sector industrial mientras la productividad creció un 12,4% en el período 2001-2005, el salario real sólo se incrementó un 0,4%. Contexto en el cual las empresas exhiben una reducción del 35,9% en sus costos laborales.

11) A su vez, para las 1000 empresas más grandes del país, la masa salarial total representa el 25,6% del valor agregado. Es decir, que el 74% constituyen ganancias líquidas o superávit bruto de explotación.

12) Para el caso de las 100 más grandes la masa salarial representa apenas el 17,9% del valor agregado.

13) Las 1000 empresas más importantes emplean sólo a 609.243 asalariados que representan apenas el 10,3% de los 5.914.594 asalariados registrados, el 5,6% de los 10.948.395asalariados totales, sólo el 4% de los 14.698.461 ocupados y apenas el 3,7% de los 16.335.578 que integran la PEA urbana.

14) La productividad anual de cada asalariado ocupado en las 1000 empresas más grandes asciende a $120.000. Con tal productividad la remuneración promedio que para dichos trabajadores se ubica en $2.379 podría ascender a $9.280. En el caso de las primeras cien empresas donde la productividad anual por trabajador es mayor ($200.000) la remuneración promedio que se ubica en $2.669 podría llegar a $15.000. Los números indican que los trabajadores de las principales empresas, si bien son los mejor pagos en el universo de los trabajadores, al mismo tiempo como discuten sus condiciones de empleo en el marco de un mercado laboral signado por el desempleo, la informalidad y la ilegalidad, al tiempo que la ausencia de “libertad sindical” les pone obstáculos a su organización, terminan siendo también los que presentan las mayores tasas de explotación laboral.

15) Las primeras cien empresas ganan por mes el equivalente a 12.203 sueldos promedio.

16) Las primeras cien empresas ganan por minuto más que lo que perciben como ingreso promedio los ocupados en la Argentina.

17) Por lo expuesto, queda claro que la expansión de la productividad y de los beneficios en las grandes empresas permite incrementar los salarios sin ningún riesgo en materia inflacionaria.

18) La amenaza inflacionaria y la fijación de pautas salariales que apenas si compensan el ritmo inflacionario (aumentos del 19% frente a una inflación promedio del 12% y una previsión para alimentos que no baja del 15%) actúan como instrumentos de disciplinamiento que preservan las ganancias extraordinarias obtenidas por las grandes empresas (núcleo central de la “competitividad” de la economía argentina) y que impiden que los asalariados mejoren su participación en el ingreso.

19) Sólo 2.402.088 trabajadores están involucrados en las negociaciones colectivas. Apenas el 14,7% de la fuerza laboral urbana.

20) Si quienes discuten salarios representan una franja ínfima de la fuerza laboral; si además lo hacen en condiciones de restricción tales que les impiden discutir las ganancias extraordinarias de las empresas y no existen políticas públicas de “alcance universal” que permitan mejorar la situación del 85% restante de la fuerza de trabajo; queda claro que la estrategia en vigencia carece de política alguna dirigida a modificar la distribución del ingreso heredada del colapso de la convertibilidad y la salida devaluacionista.

21) Más allá de las consideraciones expuestas, la historia argentina previa a 1976 exhibía relaciones históricas entre canasta familiar, salario básico de convenio y salario mínimo que ubicaban el salario básico de convenio en el 80% de la canasta familiar y al salario mínimo en un 60% del básico. Si aplicáramos este criterio a la situación actual esto indicaría que el promedio del salario básico de convenio correspondientes a las distintas actividades debería rondar los $1.766 y el salario mínimo los $1.060. Los datos consignados en materia de beneficios y productividades demuestran claramente que las grandes empresas están en capacidad de pagar esto y más

22) Paradojalmente la preocupación absolutamente infundada que las grandes empresas plantean respecto al impacto que los aumentos salariales podrían tener, es un indicador más que para las mismas el salario como fuente de demanda ha perdido relevancia para su estrategia económica. Por otro lado, quienes se beneficiarían de una mayor demanda popular, exhiben problemas serios para absorber los aumentos salariales (Ej.: pequeñas y medianas empresas, economías regionales). Sólo podrían asumirlos si hubiera un tratamiento específico en términos tributarios, financieros, comerciales, tecnológicos, etc.

23) La distribución del ingreso no puede ser entonces, un apéndice o parche del modelo de concentración vigente. Requiere, para ser posible, de un replanteo integral que involucre al conjunto de la política económica.

24) Es casi una verdad de perogrullo pero un régimen que mantenga una elevada concentración de los medios de producción, que se sostiene en una estructura productiva con altos niveles de desarticulación y con un mercado laboral donde más del 60% de la fuerza laboral está precarizada, sólo puede reproducir desigualdad.

Si se asocia el costo de vida con la canasta que necesita una familia tipo, compuesta de matrimonio y dos hijos en edad escolar para Capital y Gran Buenos Aires (que es la información que releva el INDEC), la reproducción de sus condiciones de vida requería a finales del 2005 $2.207,7.

Por otro lado el ingreso promedio de los trabajadores (incluye el salario de los asalariados y los ingresos de los cuentapropistas) para el 4to trimestre del 2005 (último dato disponible) es de $722. Es decir el ingreso promedio representa apenas el 32,7% del costo de vida del hogar. Asumiendo que trabajen los dos mayores, supuesto optimista en un contexto en que la tasa de desocupación es del 12,7%, y que perciben la asignación familiar de $60 por hijo (supuesto también optimista porque las asignaciones sólo la perciben los asalariados registrados), el ingreso total de la familia promedio ascendería a $1.564. Es decir, con los supuestos optimistas que hemos realizado, el ingreso familiar estaría casi 30% por debajo del valor de la canasta necesaria. Ver cuadro Nº 1.

Cuadro Nº 1: Canasta Necesaria para la familia tipo, ingreso promedio de los ocupados, asignaciones familiares e ingreso total familiar promedio. En pesos de 2005.



No está demás recordar que la situación actual refleja un deterioro respecto del año 1998. En aquel entonces el valor de la canasta necesaria era de $1.292 mientras el ingreso promedio era de $533,2. Es decir el ingreso promedio representaba el 41% del valor de la canasta. Asumiendo que trabajasen los dos adultos y con el valor de las asignaciones familiares (de $40 en aquel entonces), el ingreso total familiar ascendía a $1.146,4. Es decir tampoco en aquel entonces el promedio de trabajadores llegaba a cubrir el valor de la canasta, pero la distancia que lo separaba era menor: era del 11,3% respecto al 30% actual. Este empeoramiento ocurre en un contexto en que el nivel de actividad económica es superior en un 5,8% al del año 1998. Ver cuadro Nº 2.

Cuadro Nº 2: Canasta Necesaria para la familia tipo, ingreso promedio de los ocupados, asignaciones familiares e ingreso total familiar promedio. En pesos 1998.



Para resolver el desfasaje existente el ingreso promedio debería ubicarse en $1.045. Es decir debe crecer un 45% respecto de la situación actual (ver cuadro Nº3). Esto asumiendo que los dos adultos trabajen y que todos los trabajadores perciban las asignaciones familiares. Es decir debe bajar la tasa de desempleo y universalizarse las asignaciones familiares para que el incremento del ingreso promedio del 45% permita cubrir el valor de la canasta necesaria.

Cuadro Nº 3: Canasta Necesaria para la familia tipo, ingreso promedio de los ocupados para que con las asignaciones familiares el ingreso total familiar promedio cubra la canasta necesaria. En pesos 2005.



Obviamente lo hasta aquí expuesto remite a un promedio, la realidad es más compleja. En el promedio se agregan las diferentes situaciones que atraviesan los asalariados formales, los no registrados y los trabajadores por cuenta propia. Desglosando estas realidades resulta que los asalariados registrados tienen en promedio un salario de $1.072 que añadiendo las asignaciones familiares que perciben alcanzan con lo justo a cubrir el valor de la canasta necesaria. En cambio la situación de los trabajadores por cuenta propia, así como de los asalariados no registrados, es diametralmente opuesta. Sus ingresos promedios son marcadamente inferiores a los de los asalariados registrados y encima no perciben las asignaciones familiares. Así los trabajadores por cuenta propia presentan un ingreso total familiar inferior en un 42,7% al valor de la canasta, mientras que los asalariados no registrados tienen un ingreso familiar promedio casi 65% por debajo del valor de la canasta. Ver cuadro Nº 4.

Cuadro Nº 4: Canasta Necesaria para la familia tipo, ingreso promedio de los ocupados, asignaciones familiares e ingreso total familiar promedio. Según tipo de trabajador. En pesos de 2005.



Las situaciones expuestas corresponden a casos donde los dos integrantes adultos de la familia tienen la misma inserción laboral: ambos son asalariados registrados ó ambos son asalariados no registrados ó ambos son trabajadores por cuenta propia. Estos son ejemplos que la realidad se encarga de complejizar aún más.

En este sentido los integrantes adultos de una familia tipo pueden presentar una de 5 posibles inserciones en el mercado laboral:

a) Puede ser un asalariado formal. En cuyo caso el salario promedio es de $1.072 y tiene un asignación familiar de $60 por menor.

b) Puede ser un trabajador por cuenta propia. En cuyo caso el ingreso promedio es de $632,4 y no percibe asignaciones familiares.

c) Puede ser un asalariado no registrado. En cuyo caso el salario promedio es de $391,8 y no percibe asignaciones familiares.

d) Puede ser un desocupado que cobre un plan. En cuyo caso percibe una asignación de $150 y no percibe asignaciones familiares.

e) Puede ser desocupado sin plan . En cuyo caso su ingreso es 0.

Estas 5 posibilidades combinadas entre sí originan 25 posibilidades de inserción laboral del hogar. Así el ingreso promedio que puede obtener un hogar depende de la inserción laboral de cada uno de los integrantes adultos del mismo. En el cuadro Nº 5 presentamos los 25 posibles ingresos medios que perciben los hogares según el tipo de inserción de los adultos. Puede observarse que las situaciones van de un extremos en que los ingresos son de $2.264 (ambos son asalariados registrados) a una situación donde los ingresos son 0 (ambos son desocupados y no perciben el plan Jefes).

Cuadro Nº 5: Ingreso promedio de los hogares tipo según inserción laboral de los integrantes adultos. En pesos 2005.



En el cuadro Nº 6 presentamos la diferencia en pesos en que cada uno de estos 25 tipos de hogares necesitan para alcanzar el valor de la canasta necesaria. Puede observarse que sólo en el caso en que ambos sean asalariados registrados se cubre esta canasta. Está claro que está posibilidad es de todas una de las más remotas en el contexto actual donde el 60% de la fuerza de trabajo está en condiciones de precariedad laboral. Para los 24 casos restantes los ingresos del hogar no alcanza a cubrir el valor de la canasta. Para el caso en que en un hogar exista un desocupado que no percibe el plan Jefes la diferencia de ingresos con la canasta necesaria va desde $1.075,7 (en el caso en que el otro integrante sea un asalariado registrado) al valor de la propia canasta, es decir los $2.207 (en el caso en que el otro integrante esté desocupado y no cobre el plan).

Cuadro Nº 6: Diferencia entre el costo de la Canasta Necesaria de $2.207,7 y el ingreso promedio de los hogares tipo según inserción laboral de los integrantes adultos. En pesos 2005.



En el cuadro Nº 7 presentamos el porcentaje de aumentos que se requiere para que cada uno de los diversos hogares alcance a cubrir el costo de la canasta necesaria. Puede observar que el aumento de ingresos necesario es distinto según como esté compuesto el hogar. Para el caso de los trabajadores formales el aumento debería rondar una banda entre el 25,1% (si uno de ellos sea un trabajador por cuenta propia) y el 95% (si uno de ellos es desocupado). Es decir supera ampliamente la banda de entre el 16% y el 19% que se pretende imponer como techo a las discusiones salariales.

Para el caso de que el hogar tenga un trabajador por cuenta propia el aumento de ingresos debe rondar entre el 25,1% y el 249,1%. Para el caso de que uno de los integrantes sea un asalariado no registrado el aumento de los ingresos debe rondar entre el 72,2% y el 463,5%. Para el caso de que uno de los integrantes sea un desocupado que percibe el plan Jefes, el aumento de los ingresos debe ser 72,8% al 1.371,8%. Y si uno de los integrantes es un desocupado sin planes el aumento del ingreso familiar debe rondar entre el 95% y prácticamente infinito para aquellos cuyos ingresos son 0.

Cuadro Nº 7: Aumento en porcentaje que se requiere para equiparar el valor de Canasta Necesaria con el ingreso promedio de los hogares tipo según inserción laboral de los integrantes adultos. En pesos 2005.



Esta claro que existen importantes heterogeneidades de ingresos al interior de los sectores populares. Sin embargo estas heterogeneidades garantizan que el conjunto de los sectores populares hayan retrocedido en la participación de la riqueza que la Argentina produce.

En el Cuadro Nº 8 presentamos la masa de ingresos de los sectores populares para el período 2001 – 2005. Esta masa de ingresos está constituida por la masa de ingresos del conjunto de los ocupados sin patrones (los asalariados registrados, lo no registrados y los trabajadores por cuenta propia), la masa de ingresos de los trabajadores rurales, los fondos de los aportante que captan las AFJPs y la totalidad pagos de jubilaciones y pensiones que realiza el Estado.

Cuadro N º 8: Masa de ingresos total de los sectores populares desagregada. 2001 - 2005. En pesos corrientes.



En el cuadro Nº 9 presentamos la masa de ingresos de los ocupados y del conjunto de los sectores populares en proporción del PBI de cada año. Puede observarse que ambas participaciones están por debajo de la que representaban en el 2001. Así la masa de ingresos del conjunto de los ocupados representaba en el 2001el 25,4% del PBI mientras en el 2005 representa el 22,3%. Lo mismo ocurre con la totalidad de ingresos de los sectores populares: representaba el 32,5% del PBI del 2001 y actualmente representa el 26,7%. Es decir que se perdió 5,8 puntos en la participación, lo que implica un caída del orden del -21,7%. En términos de tendencia puede decirse que la caída de la participación se debe a la profunda debacle del año 2002. Iniciado el actual proceso de crecimiento económico que por 3 años consecutivos ha transitado la economía a una tasa del orden del 9% anual, la apropiación de los sectores populares de la riqueza generada tuvo una recomposición en el 2003 y a partir de ahí se tiende a mantener en torno a esta participación alcanzada.

Cuadro N º 9: Participación de la masa de ingresos de los sectores populares en el PBI a precios de mercado. Valores corrientes. 2001- 2005



Lo expuesto corresponde a la situación en que finaliza cada año (la medición corresponde a los 4tos trimestres de cada año). Si tomamos la situación promedio del año el cuadro descripto no se altera significativamente. Así la participación del ingreso de los sectores populares se mantendría por debajo de la que tenía en el 2001. Es decir se habría pasado de tener una participación del 31,5% en el PBI del 2001 a una participación del 26,3%. De esta manera la participación de los sectores populares habría retrocedido 5,2 puntos, lo que implica una caída del orden del -20%. La diferencia respecto a la anterior medición es que en el año 2004 no hay una caída en la distribución sino que mantiene la participación alcanzada en el 2003. Ver cuadro Nº 10.

Cuadro N º 10: Participación de la masa de ingresos de los ocupados urbanos (s/ patrones) en el PBI a precios de mercado. Valores corrientes. 2001- 2005.



Tampoco se altera la tendencia si al cuadro anterior lo consideramos a valores constantes del 2001. Para este ejercicio deflactamos la masa de ingresos de los sectores populares según la evolución del Indice de Precios al Consumidor (IPC). En este caso la caída en la participación de los sectores populares es mayor. Pasa de representar el 31,5% del PBI del 2001 al 25,9% en el 2005. Es decir un retroceso en la participación del orden de 5,6 puntos, lo que implica una caída del -21,6%. En este caso la tendencia seguida en el marco del crecimiento económico revela que en el 2004 hay un aumento de la participación respecto del 2003 (del 25,2% al 26,1%), pero en el 2005 la participación de los sectores populares vuelve a caer (al 25,9%). Ver cuadro Nº 11.

Cuadro N º 11: Participación de la masa de ingresos real de los ocupados urbanos (s/ patrones) en el PBI a precios de mercado del 2001. Masa de ingresos deflactada por el IPC. 2001- 2005.



Idéntica tendencia pero con una caída aún más pronunciada se obtiene si la deflactación de la masa de ingresos de los sectores populares se realiza por medio de la evolución de los precios de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) para el caso de los asalariados no registrados, los trabajadores rurales y las masa de jubilaciones y pensiones (pues tienen un salario / haber promedio equivalente al valor de esta canasta), por la evolución de la Canasta Básica Total (CBT) para el caso de los trabajadores por cuenta propia (pues su ingreso promedio se acerca al valor de esta canasta) y por la evolución del IPC para el resto de los ingresos que componen la masa de ingresos de los sectores populares (asalariados registrados y aportes en poder de las AFJPs).

En este caso la participación de los sectores populares paso de representar el 31,5% en el 2001 al 24,6% en el 2005. Es decir la participación de los sectores populares retrocedió 6,9 puntos, lo que implica una caída del -28%. En términos del impacto del crecimiento económico la tendencia fue a un crecimiento de la participación en el 2003 y el 2004 y a una caída leve en el 2005. Ver cuadro Nº 12.

Cuadro N º 12: Participación de la masa de ingresos real de los sectores populares en el PBI a precios de mercado del 2001. Masa de ingresos deflactadas según corresponda por CBA, CBT y IPC. 2001 – 2005.



Más allá de las diferencias respecto a la evolución de las participaciones para los años de crecimiento económico, en cualquier de las cuatro mediciones posibles la participación de la masa de ingresos de los sectores populares del 2005 refleja caída considerable con respecto a la situación del 2001. La caída ronda entre el -20% (para el caso de los promedios anuales a valores corrientes) y el -28% (para el caso de los promedios anuales deflactados según IPC, CBA y CBT). Lo que también comparten las 4 mediciones es que luego de la abrupta caída de la participación en el 2002, la recomposición más importante de la participación de los sectores populares se dio en el 2003. Es decir en el primer año de crecimiento económico donde el aumento del PBI fue del 8,8%. En el 2004 y el 2005 en un contexto en que el PBI creció más que en el 2003 (9% en el 2004 y 9,2% en el 2005) la participación de los sectores populares apenas si se mantuvo levemente por arriba del 2003. Es decir no tuvo impacto distributivo significativo.

La profundización de la desigualdad distributiva se sostiene, en el marco del proceso de crecimiento económico, en la apropiación de la productividad por parte de las empresas. Si tomamos los datos del sector manufacturero podemos observar que la situación de la primera mitad del 2005 respecto del 2001 revela que la producción creció un 24,5% y los puestos de trabajo un 10,7%; por lo que la productividad por puesto de trabajo creció un 12,4%. En este mismo período el salario real apenas creció un 0,4%. Es decir el superávit bruto de explotación por puesto de trabajo creció un 11,9%. Es decir prácticamente se apropió de toda la productividad del período. Todo esto en un contexto en que los costos laborales experimentaron una caída del 35,9% en relación al 2001. Ver cuadro Nº 13.

Cuadro Nº 13: Industria Manufacturera. Volumen Físico de Producción, obreros ocupados, salario real, productividad y costo laboral. 2001 – 2do trimestre 2005. 2001= base 100.



La caída de la participación de los ingresos de los sectores populares en el PBI y la apropiación de la productividad por parte de las empresas son los mecanismos que sostienen la expansión de las utilidades, principalmente de las grandes firmas. Al respecto en el cuadro Nº 14 presentamos los resultados provisorios que ha arrojado el operativo especial de Grandes Empresas que el INDEC ha realizado en el marco del desarrollo del Censo Nacional Económico 2004.

Los datos del cuadro permiten afirmar que

- En las 1.000 empresas más grandes del país del año 2003, la participación de la masa salarial dentro del valor agregado representa tan solo el 25,6%. Es decir que el 74,6% es la masa de ganancias líquidas de las empresas (también conocido como superávit bruto de explotación).

- Para el caso de las 100 empresas más grandes, la masa salarial representa nada más que el 17,9% del valor agregado. Así en estas 100 empresas las ganancias que se apropian representan el 82,1% del valor agregado.

- Las 1.000 empresas emplean a 609.243 asalariados que representan apenas el 10,3% de los 5.914.594 asalariados registrados, el 5,6% de los 10.948.395 asalariados, sólo el 4,1% de los 14.698.461 ocupados y el 3,7% de los 16.335.578 que componen la PEA urbana. Es decir su tracción en términos de empleo es mínimo.

- Para el caso de las 100 empresas más grandes, éstas emplean a 245.019 asalariados. Es decir el 40% de los asalariados de la cúpula.

- En las 1.000 empresas más grandes la productividad por asalariado alcanza un valor de $120 mil mientras que ronda los $200 mil para las primeras 100 empresas.

- Estas elevadas productividades no se condice con la remuneración bruta (incluye aportes y contribuciones a la seguridad social) que pagan las empresas de la cúpula. Para el caso de las 1.000 más grandes la remuneración promedio alcanza los $2.379 mensuales mientras que la productividad alcanzada permitiría pagar una remuneración promedio de $9.280. Para el caso de las primeras 100 empresas, la remuneración promedia es de $2.669 mientras la productividad alcanzada permitiría pagar una remuneración promedia de casi $15.000. Así, si bien los trabajadores de la cúpula son los mejor pagos, son también los que presentan sin dudas las mayores tasas de explotación laboral.

- Esta brutal explotación laboral se percibe con nitidez al observar las siderales ganancias de las empresas de la cúpula. Así las ganancias (superávit bruto de explotación) ascendieron en el 2003 para cada una de las 1.000 empresas en promedio a $54,6 millones; mientras que para las primeras 100 empresas las ganancias durante el 2003 fueron de cerca de $400 millones por empresa.

- Es decir que por mes el promedio de las 1.000 empresas obtuvieron una ganancia de $4.554.750 pesos. Esta ganancia equivale a 1.915 sueldos que estas empresas pagan. Para el caso de la primeras 100 empresas la ganancia por mes ascendió a $32.574.417; es decir ganaron por mes el equivalente a 12.203 sueldos promedios.

- Es decir que por minuto cada unas de las 1.000 empresas ganó $105 durante el 2003; mientras que para el caso de las primeras 100, las ganancias por minuto ascendieron a $754. Para estas últimas las ganancias promedio por minuto son superiores a los ingresos que en promedio percibía un ocupado en la Argentina en dicho año ($530). En el marco de que el año 2003 fue el año en que se operó la recomposición de la participación de los sectores populares en el PBI, es de esperar que este indicador de desigualdad se haya mantenido e incluso profundizado en el contexto del fuerte crecimiento del 2004 y 2005.

Cuadro Nº 14: Variables económicas de las empresas de la cúpula. Primeras 1.000 y primeras 100 empresas más grandes. Año 2003.



Por lo expuesto, queda claro que la expansión de la productividad y de los beneficios en las grandes empresas permite incrementar los salarios sin ningún riesgo en materia inflacionaria. Si lo hacen es porque quieren seguir manteniendo las elevadas rentabilidades que vienen obteniendo. En un contexto en que el 70% de las negociaciones colectivas se dan en el ámbito de la empresa, es decir son realizados con las empresas de la cúpula económica, no parece haber razón para que desde el Gobierno Nacional se fije como pauta de aumento salarial para la ronda de negociaciones colectivas del 2006 una banda que oscile entre un 16% y un 19%. Las grandes empresas pueden y deben pagar mucho más que eso. En rigor la pauta de aumento previsto por el Gobierno está en línea con una inflación que, si se mantiene el ritmo de aumento del primer trimestre, será del 12% anual en el nivel general y del 15% para los precios de los alimentos. Es decir, la pauta salarial fijada apenas permite una leve mejora en el poder adquisitivo de los trabajadores formales pero sobre la base de mantener los aumentos de productividad, pasados y los futuros, en poder de las empresas.

La amenaza inflacionaria y la fijación de pautas salariales que apenas si compensan el ritmo inflacionario actúan como instrumentos de disciplinamiento que preservan las ganancias extraordinarias obtenidas por las grandes empresas (núcleo central de la “competitividad” de la economía argentina) y que impiden que los asalariados mejoren su participación en el ingreso.

Por si fuera poco, es una realidad incontrastable que el universo de los trabajadores contenidos en las negociaciones colectivas es una parte minoritaria de la totalidad de la fuerza laboral que tiene la Argentina. Así en el marco del crecimiento notable de las negociaciones colectivas durante el 2005 que ubicaron el nivel de negociaciones por arriba de todos los registros de los últimos 15 años, los trabajadores involucrados fueron 2.402.088 formales. Es decir el 40% de los asalariados formales. Sin embargo este conjunto representa solo el 21,9% del total de asalariados y apenas el 14,7% de la totalidad de la fuerza laboral. Ver cuadro Nº 15.

Cuadro N º 15: Asalariados incluidos en la negociación colectiva, total de asalariados formales, asalariados totales y fuerza laboral. Porcentaje de asalariados incluidos en las negociaciones. Período 2005



Así combinar una techo de entre el 16% y el 19% de aumento en el marco exclusivo de las negociaciones colectivas es una estrategia, que queriéndolo ó no, mantiene congelada e incluso puede agravar la ya injusta distribución del ingreso vigente. Si quienes discuten salarios representan una franja ínfima de la fuerza laboral; si además lo hacen en condiciones de restricción tales que les impiden discutir las ganancias extraordinarias de las empresas y no existen políticas públicas de “alcance universal” que permitan mejorar la situación del 85% restante de la fuerza de trabajo; queda claro que la estrategia en vigencia carece de política alguna dirigida a modificar la distribución del ingreso heredada del colapso de la convertibilidad y la salida devaluacionista.

Más allá de las consideraciones expuestas, la historia argentina previa a 1976 exhibía relaciones histórica entre canasta familiar, salario básico de convenio y salario mínimo que ubicaban el salario básico de convenio en el 80% de la canasta familiar y al salario mínimo en un 60% del básico. Si aplicáramos este criterio a la situación actual esto indicaría que el promedio del salario básico de convenio correspondientes a las distintas actividades debería rondar los $1.766 y el salario mínimo los $1.060. Los datos consignados en materia de beneficios y productividades demuestran claramente que las grandes empresas están en capacidad de pagar esto y más. Paradojalmente la preocupación absolutamente infundada que las grandes empresas plantean respecto al impacto que los aumentos salariales podrían tener, es un indicador más que para las mismas el salario como fuente de demanda ha perdido relevancia para su estrategia económica. Por otro lado, quienes se beneficiarían de una mayor demanda popular, exhiben problemas serios para absorber los aumentos salariales (Ej.: pequeñas y medianas empresas, economías regionales). Sólo podrían asumirlos si hubiera un tratamiento específico en términos tributarios, financieros, comerciales, tecnológicos, etc.

La distribución del ingreso no puede ser entonces, un apéndice o parche del modelo de concentración vigente. Requiere, para ser posible, de un replanteo integral que involucre al conjunto de la política económica. Es casi una verdad de perogrullo pero un régimen que mantenga una elevada concentración de los medios de producción, que se sostiene en una estructura productiva con altos niveles de desarticulación y con un mercado laboral donde más del 60% de la fuerza laboral está precarizada, sólo puede reproducir desigualdad.

"Hoy nos encontramos en una nueva fase de la humanidad. Todos estamos regresando a nuestra casa común, la Tierra: los pueblos, las sociedades, las culturas y las religiones. Intercambiando experiencias y valores, todos nos enriquecemos y nos completamos mutuamente. (…)

(...) Vamos a reír, a llorar y a aprender. Aprender especialmente cómo casar Cielo y Tierra, es decir, cómo combinar lo cotidiano con lo sorprendente, la inmanencia opaca de los días con la trascendencia radiante del espíritu, la vida en plena libertad con la muerte simbolizada como un unirse a los antepasados, la felicidad discreta de este mundo con la gran promesa de la eternidad. Y al final habremos descubierto mil razones para vivir más y mejor, todos juntos, como una gran familia, en la misma Aldea Común, bella y generosa, el planeta Tierra."

Leonardo Boff, Casamento entre o céu e a terra. Salamandra, Rio de Janeiro, 2001.pg09

Hacia un Socialismo Nuevo La Utopía continúa

¿Qué cambios hemos experimentado en función de las lecciones que nos ha dado la historia? ¿Qué actitudes, qué acciones son de esperar hoy de una militancia socialista? Nadie nace socialista, el socialista se hace. Personalmente y comunitariamente. Hay valores referenciales, eso sí, que son columnas maestras del socialismo nuevo: la dignidad humana, la igualdad social, la libertad, la corresponsabilidad, la participación, la garantía de alimento, salud, educación, vivienda, trabajo, la ecología integral, la propiedad relativizada porque sobre ella pesa una hipoteca social.

La Utopía continúa, a pesar de todos los pesares. Escandalosamente desactualizada en esta hora de pragmatismo, de productividad a toda costa, de postmodernidad escarmentada. La Utopía de que hablamos la compartimos con millones de personas que nos han precedido, dando incluso la sangre, y con millones que hoy viven y luchan y marchan y cantan. Esta Utopía está en construcción; somos obreros de la Utopía. La proclamamos y la hacemos; es don de Dios y conquista nuestra. Con esta «agenda utópica» en la mano y en el corazón, queremos «dar razón de nuestra esperanza»; anunciamos e intentamos vivir, con humildad y con pasión, una esperanza coherente, creativa, subversivamente transformadora.

Pedro CASALDÁLIGA

Para probar si sos human@


UTOPÍAS


Cómo voy a creer / dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías

cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza

cómo voy a creer / dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea

cómo voy a creer
que el horizonte es la frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada

cómo voy a creer / dijo el fulano
que tu cuerpo / mengana
no es algo más de lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos
cómo voy a creer / mengana austral
que sos tan sólo lo que miro
acaricio o penetro

cómo voy a creer / dijo el fulano
que la útopia ya no existe
si vos / mengana dulce
osada / eterna
si vos / sos mi utopía


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Escrito por "Mario Benedetti"
Tomado de "Praxis del fulano" del libro "Las soledades de babel"

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