sábado, 13 de mayo de 2006

Humores del mercado

Frei Betto
Sacerdote, escritor, autor de (junto con Paulo Freire y Ricardo Kotsko), "Esa escuela llamada vida"

Más que todas las encuestas, el Mercado pesa mucho en la elección presidencial. Hay quien imagina que es un ente virtual. O sólo el resultado de una economía centrada en el lucro, y no en el bienestar de la mayoría. Y no falta quien afirma que es una categoría económica que define el espacio donde se dan las relaciones de compra y venta.

El Mercado escomo Dios: existe, todo el mundo habla de él, pero se mantiene invisible y actúa sin que lo percibamos. La diferencia es que, al contrario de Dios, sólo promueve el bien de una minoría. Y no tiene la menor sensibilidad, sino que perjudica a la mayoría, apoyado en el dogma de que es inmutable e inevitable. Como a los grandes criminales, no le gusta mostrarse. Su principal característica es su frecuente cambio de humor. Con facilidad se irrita, permanece inestable, nervioso; y un rato después aparece calmado, tranquilo, sonriente. Nada le alegra más que engordar el lucro de los bancos.

Pero cuando al Mercado no le gusta lo que está ocurriendo -o, como dicen los comentaristas especializados en economía, "reacciona mal"- el dólar sube, el Peligro Brasil aumenta, la Bolsa de Valores cae. Pero si el Mercado siente su ego acariciado, entonces sucede todo lo contrario.

Todos sabemos que el Mercado es el termómetro que hoy nos indica si hará buen o mal tiempo, pero nadie sabe dónde vive ni se cruza con él en la esquina. Sólo los comentaristas y los ministros del área económica tienen contacto con él. O mejor, el Mercado conoce el número de los celulares de esa gente. Y cada mañana, después de leer los periódicos y de oír en la radio las últimas entrevistas con los caciques de la política, él llama a sus portavoces y manifiesta su estado de humor.

Si el presidente le manda al ministro de Hacienda abrir el arca en época de elecciones, el Mercado ridiculiza, insulta, vocifera al teléfono y se toma una caja de Lexotan. Pero si promete no reducir el lucro de los bancos ni decepcionar a los inversores extranjeros, se calma, sonríe y manda a sus portavoces anunciar que hoy está de buen humor. Al Mercado no leimporta si hay niños muriendo de hambre en el Valle del Jequitinhonha o si aumentó el número de los desempleados en São Paulo. Lo que le interesa es defender, con uñas y dientes, a los pocos que ganan mucho. Sobre todo a los inversores extranjeros, pues no le gusta el Brasil ni los brasileños. Además, sólo habla inglés y de preferencia ese extraño dialecto llamado "economés".

Al Mercado le gusta también el ver a un país pobre pagando sus deudas, aunque mueran millones de miseria. Sí, no se espante, pues su lógica es otra. No tiene religión, ni ética, ni corazón. Sólo intereses. Y no le gusta ser provocado. Aunque, por suerte, cuando se altera, sus portavoces aparecen en los medios de comunicación para transmitirnos su estado de ánimo. De ese modo cada vez que se pone nervioso yo me escondo debajo de la cama. Sé que en el hemisferio Norte los inversores borran al Brasil del mapa de la especulación financiera. Sin embargo cuando el Mercado se calma salgo aliviado de mi escondrijo y acompaño a la caída del dólar y al alza de la Bolsa.

Los acólitos del Mercado veneran a Wall Street y odian la red de protección previsional que asegura a millones de pensionistas, enfermos y ancianos un futuro de menos penuria. Y sueñan cada noche con el único porvenir que les interesa: ocupar un cargo de dirección en el Banco Mundial o en FMI, figurar en el consejo de los mayores bancos del país; por eso, tratan a los dueños del dinero como seminaristas delante del Papa.

No olvide que el Mercado adora jugar al columpio. Lo que no le gusta es que le empujen. Y tenga cuidado, pues aunque él no vota, puede que no le guste su voto en las próximas elecciones presidenciales. Además, puede que no apoye a su candidato, porque no le inspira confianza. Entonces él lanza su propaganda terrorista, tratando de hacer creer que si tal candidato venciera habría fuga de inversores, éxodo de capital, regreso de la inflación y desvalorización de la moneda. Así que ponga atención, que el Mercado no suele tener simpatías para quien favorece al pueblo.

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"Hoy nos encontramos en una nueva fase de la humanidad. Todos estamos regresando a nuestra casa común, la Tierra: los pueblos, las sociedades, las culturas y las religiones. Intercambiando experiencias y valores, todos nos enriquecemos y nos completamos mutuamente. (…)

(...) Vamos a reír, a llorar y a aprender. Aprender especialmente cómo casar Cielo y Tierra, es decir, cómo combinar lo cotidiano con lo sorprendente, la inmanencia opaca de los días con la trascendencia radiante del espíritu, la vida en plena libertad con la muerte simbolizada como un unirse a los antepasados, la felicidad discreta de este mundo con la gran promesa de la eternidad. Y al final habremos descubierto mil razones para vivir más y mejor, todos juntos, como una gran familia, en la misma Aldea Común, bella y generosa, el planeta Tierra."

Leonardo Boff, Casamento entre o céu e a terra. Salamandra, Rio de Janeiro, 2001.pg09

Hacia un Socialismo Nuevo La Utopía continúa

¿Qué cambios hemos experimentado en función de las lecciones que nos ha dado la historia? ¿Qué actitudes, qué acciones son de esperar hoy de una militancia socialista? Nadie nace socialista, el socialista se hace. Personalmente y comunitariamente. Hay valores referenciales, eso sí, que son columnas maestras del socialismo nuevo: la dignidad humana, la igualdad social, la libertad, la corresponsabilidad, la participación, la garantía de alimento, salud, educación, vivienda, trabajo, la ecología integral, la propiedad relativizada porque sobre ella pesa una hipoteca social.

La Utopía continúa, a pesar de todos los pesares. Escandalosamente desactualizada en esta hora de pragmatismo, de productividad a toda costa, de postmodernidad escarmentada. La Utopía de que hablamos la compartimos con millones de personas que nos han precedido, dando incluso la sangre, y con millones que hoy viven y luchan y marchan y cantan. Esta Utopía está en construcción; somos obreros de la Utopía. La proclamamos y la hacemos; es don de Dios y conquista nuestra. Con esta «agenda utópica» en la mano y en el corazón, queremos «dar razón de nuestra esperanza»; anunciamos e intentamos vivir, con humildad y con pasión, una esperanza coherente, creativa, subversivamente transformadora.

Pedro CASALDÁLIGA

Para probar si sos human@


UTOPÍAS


Cómo voy a creer / dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías

cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza

cómo voy a creer / dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea

cómo voy a creer
que el horizonte es la frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada

cómo voy a creer / dijo el fulano
que tu cuerpo / mengana
no es algo más de lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos
cómo voy a creer / mengana austral
que sos tan sólo lo que miro
acaricio o penetro

cómo voy a creer / dijo el fulano
que la útopia ya no existe
si vos / mengana dulce
osada / eterna
si vos / sos mi utopía


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Escrito por "Mario Benedetti"
Tomado de "Praxis del fulano" del libro "Las soledades de babel"

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