miércoles, 16 de agosto de 2006

Distribución de la riqueza

El orden del desprecio
Lo que se está construyendo en Argentina es lo que se denomina orden del desprecio. Hay una forma de concebir la realidad donde inmensos colectivos de mujeres y de hombres son restos no relevantes en la construcción social


En el marco del Taller "Distribución de la riqueza: desafíos para Argentina y para las organizaciones sociales", organizado por Amuyen - Espacio de Organizaciones Sociales, el economista de la CTA Martín Hourest realizó un valioso aporte sobre el tema, del cual publicamos un extracto. Un texto mas completo se publicará próximamente en la Revista Nueva Tierra.

En la Argentina estamos viviendo un proceso en donde se está perforando el piso de civilización. La lógica de la civilización en la que nos formamos buena parte de nosotros: la manera de entender nuestros derechos; la manera de entender las capacidades y la manera de entender la emergencia de todos nosotros como personas.

Desde la perspectiva de donde uno lo mira, lo que se está construyendo en Argentina es lo que se denomina orden del desprecio. Hay una forma de concebir la realidad donde inmensos colectivos de mujeres y de hombres son restos no relevantes en la construcción social -del mismo modo que cuando hacemos una división nos queda un resto que es despreciable en relación a la operación-.

Desde esa perspectiva, este orden del desprecio genera distintos colectivos sociales que son despreciables para la lógica colectiva. Lo llamativo de esto es que, precisamente por ser despreciados, "pintan" lo que es el orden. Cuando uno castiga, deja de lado o no considera; no solamente está diciendo lo que deja afuera sino esencialmente lo que deja del lado de adentro. Es decir, lo que es. En esa perspectiva, ese orden del desprecio -tal cual nosotros lo entendemos- tiene una potencia explicativa sustantiva. Es un orden que se asienta, ya no sobre el viejo criterio que de desigualdad y de inclusión, sino que hace que los colectivos dentro suyo puedan ir saltando de situación de exclusión a situación de desigualdad, y de situación de desigualdad a situación de exclusión, a lo largo de un mismo proceso histórico.

Sectores que estaban excluidos, hoy son incluidos en condiciones terriblemente desigualitarias. Y sectores que estaban incluidos desigualmente, pasan a ser excluidos en un trayecto de tiempo corto, que lo que hace es no fijarlos, ni en la situación de la exclusión ni en la situación de la desigualdad.

En la idea de ruptura del piso civilizatorio aparecen cuatro elementos característicos:

1- Una expansión de la relación de fuerza bruta. Una dilución. Pareciera que se esfuman las relaciones de derechos, los compromisos, las credenciales de ciudadanía y se pasan a condiciones crecientes de fuerza bruta en la negociación del mercado de trabajo, en la apropiación de la tierra. Es decir, desaparece uno de los elementos centrales que era la asociación entre ciudadanía y derechos.

2- El aumento de la vulnerabilidad humana. Somos mucho más vulnerables y, en consecuencia, estamos mucho más inseguros. Inseguros en el mercado de trabajo, inseguros en nuestro hogar, inseguros en nuestras relaciones.

3- Este par de relación entre fuerza bruta y vulnerabilidad genera necesidad de encontrar puntos de orden y lleva a un incremento de la dependencia. Una dependencia que no pasa por un estado de diálogo, de compromiso, de participación y de cooperación; sino por relaciones verticales, relaciones crecientes de dominación.
4- Otro elemento, que viene a quebrar la cabeza, la forma de pensar -al menos de los argentinos de los últimos dos años-, es la reinstalación de la herencia como explicación de futuro. Es decir, volver a situar el allí de donde venimos como elemento explicativo central en relación a cuál va a ser nuestro destino. La historia, en ese contexto, no es un territorio a crear; sino una determinación que nos obliga dar una determinada cantidad de pasos que no necesariamente nos alejan o nos ponen en una situación mejor de aquella en que partimos. Es como escribir al revés la vieja obra "Mi hijo el doctor"; la lógica de la movilidad social ascendente (uno puede nacer en un barrio carenciado, venir de un hogar con problemas familiares o problemas de ingreso, tener capacidades distintas para otra cuestión; pero con una lógica de intervención colectiva, relacionamiento social, sale de esa situación a una situación mejor o distinta). En este contexto, pareciera que la herencia se reimpone como elemento explicativo del futuro. Ésta es la lógica de perforar el piso civilizatorio.

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"Hoy nos encontramos en una nueva fase de la humanidad. Todos estamos regresando a nuestra casa común, la Tierra: los pueblos, las sociedades, las culturas y las religiones. Intercambiando experiencias y valores, todos nos enriquecemos y nos completamos mutuamente. (…)

(...) Vamos a reír, a llorar y a aprender. Aprender especialmente cómo casar Cielo y Tierra, es decir, cómo combinar lo cotidiano con lo sorprendente, la inmanencia opaca de los días con la trascendencia radiante del espíritu, la vida en plena libertad con la muerte simbolizada como un unirse a los antepasados, la felicidad discreta de este mundo con la gran promesa de la eternidad. Y al final habremos descubierto mil razones para vivir más y mejor, todos juntos, como una gran familia, en la misma Aldea Común, bella y generosa, el planeta Tierra."

Leonardo Boff, Casamento entre o céu e a terra. Salamandra, Rio de Janeiro, 2001.pg09

Hacia un Socialismo Nuevo La Utopía continúa

¿Qué cambios hemos experimentado en función de las lecciones que nos ha dado la historia? ¿Qué actitudes, qué acciones son de esperar hoy de una militancia socialista? Nadie nace socialista, el socialista se hace. Personalmente y comunitariamente. Hay valores referenciales, eso sí, que son columnas maestras del socialismo nuevo: la dignidad humana, la igualdad social, la libertad, la corresponsabilidad, la participación, la garantía de alimento, salud, educación, vivienda, trabajo, la ecología integral, la propiedad relativizada porque sobre ella pesa una hipoteca social.

La Utopía continúa, a pesar de todos los pesares. Escandalosamente desactualizada en esta hora de pragmatismo, de productividad a toda costa, de postmodernidad escarmentada. La Utopía de que hablamos la compartimos con millones de personas que nos han precedido, dando incluso la sangre, y con millones que hoy viven y luchan y marchan y cantan. Esta Utopía está en construcción; somos obreros de la Utopía. La proclamamos y la hacemos; es don de Dios y conquista nuestra. Con esta «agenda utópica» en la mano y en el corazón, queremos «dar razón de nuestra esperanza»; anunciamos e intentamos vivir, con humildad y con pasión, una esperanza coherente, creativa, subversivamente transformadora.

Pedro CASALDÁLIGA

Para probar si sos human@


UTOPÍAS


Cómo voy a creer / dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías

cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza

cómo voy a creer / dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea

cómo voy a creer
que el horizonte es la frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada

cómo voy a creer / dijo el fulano
que tu cuerpo / mengana
no es algo más de lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos
cómo voy a creer / mengana austral
que sos tan sólo lo que miro
acaricio o penetro

cómo voy a creer / dijo el fulano
que la útopia ya no existe
si vos / mengana dulce
osada / eterna
si vos / sos mi utopía


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Escrito por "Mario Benedetti"
Tomado de "Praxis del fulano" del libro "Las soledades de babel"

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