
En medio de un panorama cada vez más incierto para las amplias mayorías de la población pobre y desposeída del planeta, el Grito, es ya una importante fuerza de empuje y denuncia contra el injusto y deshumanizante sistema neoliberal y contra las políticas de reajuste económico que pretenden imponer los poderosos de esta aldea global. Por ese motivo, ha ganado espacios de participación, convocatoria y construcción en numerosos países del mundo y, en particular, en nuestra América, pues da voz a aquellos a los que les ha sido arrebatada su voz y se suma a los movimientos sociales que luchan contra la deuda externa, los tratados de libre comercio, el Plan Puebla Panamá, la militarización, la xenofobia, el racismo, que amenazan y exterminan la vida y el medio ambiente, las identidades culturales y la soberanía de los pueblos. Y resalta que las manifestaciones populares y sociales muestran que el grado de exclusión todavía es grande en América Latina. Pero también celebra como un avance la participación política de las/os excluidos.