Júpiter es de por sí un astro muy brillante, fácil de ver “a ojo desnudo”. Pero en estos días está más llamativo que nunca. Asoma por el horizonte del Este minutos antes de las 19, y va ganando altura con el correr de las horas. Hacia las 22 ya se ubica a 40° de altura sobre el horizonte Nordeste. Su intenso brillo lo hace inconfundible, al punto de que supera por mucho a las estrellas más notables del cielo.
El planeta alcanza su mayor altura sobre el horizonte hacia la una de la madrugada, cuando “transita” por el norte, a unos 60° de altura. Es la mejor hora para observarlo, a simple vista y sobre todo con telescopios.
Luego comienza a desplazarse hacia el Oeste, para ocultarse por el horizonte con la salida del Sol.
En realidad, el momento exacto de la oposición fue el martes 21 a las 8.35 de la mañana, es decir, de día y con Júpiter por debajo del horizonte. Y en la noche del martes 22, Júpiter brilló a unos pocos grados de la Luna llena, iniciando un espectáculo histórico. (Clarín)
Júpiter es el quinto planeta del Sistema Solar. Forma parte de los denominados planetas exteriores o gaseosos.
Se trata del planeta que ofrece un mayor brillo a lo largo del año dependiendo de su fase. Es, además, después del Sol, el mayor cuerpo celeste del Sistema Solar, con una masa casi dos veces y media la de los demás planetas juntos (con una masa 318 veces mayor que la de la Tierra y 3 veces mayor que la de Saturno).
Júpiter es un cuerpo masivo gaseoso, formado principalmente por hidrógeno y helio, carente de una superficie interior definida. Entre los detalles atmosféricos se destacan la Gran mancha roja, un enorme anticiclón situado en las latitudes tropicales del hemisferio sur, la estructura de nubes en bandas y zonas, y la fuerte dinámica de vientos zonales con velocidades de hasta 140 m/s (504 km/h). Se piensa que puede ser una "Estrella fallida" debido a sus grandes cantidades de hidrógeno y helio. (Wikipedia)
El poeta romano Ovidio escribió en la madurez de su vida un calendario poético llamado Fastos donde describe las diversas fiestas romanas y las leyendas relacionadas con cada una de ellas. Escribió un libro por cada mes del año de los que sólo se conservan los seis primeros.
Los romanos llamaban feriae a las fiestas. La asistencia a las ceremonias era pública pero no obligatoria. Se interrumpía el comercio, el trabajo y los procesamientos, además de que se debían evitar las pendencias y las peleas de particulares. Los esclavos efectuaban sus labores y también algunos animales, con excepción de los equinos.
Las fiestas tenían por lo general un carácter religioso. (El historiador griego Polibio dice que los romanos eran más religiosos que los mismos dioses). Se organizaban tumultosas procesiones en las que los protagonistas llevaban máscaras que representaban a los genios de la Tierra y la fecundidad. Se cree que estos cortejos dieron origen a las representaciones de teatro. Algunas de estas manifestaciones fueron prohibidas por el Senado Romano a partir del año 186 a. C., como ocurrió con las Bacanales, pero las sectas místicas y el pueblo siguió guardando la tradición hasta bien entrada la época imperial.
Feriae latino, era una fiesta anual, que se celebraba en el monte Albano. Era móvil y la fecha la fijaban cada año los cónsules entrantes, durante la reunión que el Senado convocaba en el templo de Júpiter Óptimo Máximo. El dios festejado era Júpiter Latiaro.
En la mitología romana, Júpiter (en latín Iupiter) ostentaba el mismo papel que Zeus en la mitología griega como principal deidad del panteón. Fue llamado Iupiter Optimus primeSoter (‘Júpiter el mejor, mayor y más sabio’) como dios patrón del estado romano, encargado de las leyes y del orden social. Fue el dios jefe de la Tríada Capitolina, que formaba junto a Juno y Minerva.
Júpiter era retratado como un dios sabio y justo pero tenía un gran temperamento, reinaba sobre la tierra y el cielo y sus atributos eran el águila, el rayo, y el cetro. Uno de los defectos de Júpiter era su promiscuidad y para realizar sus conquistas amorosas, se transformaba en animales como cisnes, toros o pájaros, pues él no podía ser visto en toda su gloria.