
MB–De ninguna manera. El nazismo apañó la filosofía oscurantista de Heidegger y, al contrario, rechazaba la razón y la ciencia, y decía que había que aferrarse al suelo, la tierra y la sangre. Tenía una filosofía totalmente irracionalista. Por supuesto que la razón y la ciencia pueden usarse tanto para bien como para mal pero ese es otro asunto. Hitler protegió a los físicos y a los químicos que intentaron diseñar armas de destrucción masiva. Pero la filosofía popular, la filosofía que había que imponerle al pueblo, era esencialmente irracional. Pongo un ejemplo más reciente: la periodista italiana Oriana Fallaci, cuando tuvo la oportunidad de entrevistar al ayatola Khomeini, designado presidente de la república islámica iraní, le preguntó: "¿Qué va a hacer con la ciencia y con la técnica?". Y él contestó: "Vamos a comprar los productos y la técnica en la industria extranjera pero no vamos a fomentar la investigación científica ni el desarrollo tecnológico. Vamos a comprar televisores, automóviles, aviones, armas, pero no queremos importar la civilización occidental". Está muy claro. No fue la razón lo que llevó al stalinismo y al hitlerismo: al contrario, fue la negación de la razón. Fue la traición a los ideales de la Ilustración, que era cientificista, liberal y humanista.