lunes, 20 de abril de 2009

Los mitos camperos



La magnitud del aporte agropecuario a la economía

Por Diego Rubinzal

El ombliguismo de la dirigencia agropecuaria es uno de sus rasgos distintivos. En sus repetidos discursos sostiene que su sector es el eje del desarrollo productivo argentino. En medio del conflicto del año pasado, la revista Barcelona tituló que en realidad las entidades rurales no querían retrotraer las cosas al momento anterior al dictado de la Resolución 125, sino a 1880.

Durante el auge del modelo agroexportador, el sector agropecuario llegó a representar más del 30 por ciento del PIB. En esos tiempos, una mala cosecha significaba un profundo retroceso para la economía nacional. Si bien el sector conserva una presencia significativa, la estructura productiva actual no es asimilable a ese pasado remoto. Hoy el sector agropecuario representa apenas un 8 por ciento del PIB o un 5 por ciento según el criterio de medición elegido: precios corrientes en el primer caso y precios constantes en el segundo. Aun sumándole la producción proveniente del complejo agroindustrial, la participación en el PIB no llega al 20 por ciento.

Con respecto al trabajo generado por el sector ocurre algo similar. En 1947, el campo empleaba al 24 por ciento de la población. Actualmente, el empleo rural directo no supera el 8 por ciento. En su trabajo “Los complejos agrolimentarios y el empleo: una controversia teórica y empírica” (Revista Realidad Económica 206), el economista de Cenda Javier Rodríguez sostiene que “el sistema agroalimentario ampliado, que incluye toda la producción agraria y pesquera, las etapas de industrialización y terciarias (comercio mayorista y minorista, transporte de todo tipo) abarca el 18,1 por ciento de los puestos de trabajo de toda la economía”.

En la última Expoagro, el presidente de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) exhortó a construir un país que produzca 150 millones de toneladas al año. Para eso pidió reglas de juego claras, justas y previsibles y fuerte respeto por el derecho de propiedad.

El discurso retoma un viejo tópico: un incremento en el volumen cosechado redunda en un mayor bienestar para toda la sociedad. Esa premisa tiene un pecado original: oculta quiénes son los beneficiarios de esas mayores cosechas en el caso de que se dejen las cosas libradas a las fuerzas de mercado. Al igual que lo ocurrido con la teoría del derrame, esa repetida idea no tiene corroboración empírica. Por ejemplo, la producción de cereales y oleaginosas se incrementó un 70 por ciento durante la década del ‘90 (se pasó de 38 a 64 millones de toneladas). Ese espectacular incremento productivo coexistió con declinantes indicadores económicos y sociales. En otras palabras, las mayores cosechas no detuvieron el derrumbe social y económico.

Otra de las muletillas de los dirigentes agrarios es que la recuperación económica posconvertibilidad fue motorizada por el aporte realizado por el sector agropecuario. La Cepal, en su trabajo “Crisis, recuperación y Nuevos Dilemas: la economía argentina 2002-2007”, sostiene que la mayor contribución al crecimiento del PIB en esos años fue la proveniente del sector industrial (+22,6 por ciento), seguida por el comercio con el 17,1 y el campo (3,5). Por eso, mientras el PIB global creció un 8,8 por ciento, el PBI industrial lo hizo un 10 y el agropecuario menos del 6 por ciento.

Esto no significa menospreciar el importante aporte del sector agropecuario (sobre todo en lo que hace a la generación de divisas) para la economía argentina. El análisis de los datos simplemente pone las cosas en su justo lugar desmintiendo rotundamente la veracidad de afirmaciones tales como “todos vivimos del campo”.


"Hoy nos encontramos en una nueva fase de la humanidad. Todos estamos regresando a nuestra casa común, la Tierra: los pueblos, las sociedades, las culturas y las religiones. Intercambiando experiencias y valores, todos nos enriquecemos y nos completamos mutuamente. (…)

(...) Vamos a reír, a llorar y a aprender. Aprender especialmente cómo casar Cielo y Tierra, es decir, cómo combinar lo cotidiano con lo sorprendente, la inmanencia opaca de los días con la trascendencia radiante del espíritu, la vida en plena libertad con la muerte simbolizada como un unirse a los antepasados, la felicidad discreta de este mundo con la gran promesa de la eternidad. Y al final habremos descubierto mil razones para vivir más y mejor, todos juntos, como una gran familia, en la misma Aldea Común, bella y generosa, el planeta Tierra."

Leonardo Boff, Casamento entre o céu e a terra. Salamandra, Rio de Janeiro, 2001.pg09

Hacia un Socialismo Nuevo La Utopía continúa

¿Qué cambios hemos experimentado en función de las lecciones que nos ha dado la historia? ¿Qué actitudes, qué acciones son de esperar hoy de una militancia socialista? Nadie nace socialista, el socialista se hace. Personalmente y comunitariamente. Hay valores referenciales, eso sí, que son columnas maestras del socialismo nuevo: la dignidad humana, la igualdad social, la libertad, la corresponsabilidad, la participación, la garantía de alimento, salud, educación, vivienda, trabajo, la ecología integral, la propiedad relativizada porque sobre ella pesa una hipoteca social.

La Utopía continúa, a pesar de todos los pesares. Escandalosamente desactualizada en esta hora de pragmatismo, de productividad a toda costa, de postmodernidad escarmentada. La Utopía de que hablamos la compartimos con millones de personas que nos han precedido, dando incluso la sangre, y con millones que hoy viven y luchan y marchan y cantan. Esta Utopía está en construcción; somos obreros de la Utopía. La proclamamos y la hacemos; es don de Dios y conquista nuestra. Con esta «agenda utópica» en la mano y en el corazón, queremos «dar razón de nuestra esperanza»; anunciamos e intentamos vivir, con humildad y con pasión, una esperanza coherente, creativa, subversivamente transformadora.

Pedro CASALDÁLIGA

Para probar si sos human@


UTOPÍAS


Cómo voy a creer / dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías

cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza

cómo voy a creer / dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea

cómo voy a creer
que el horizonte es la frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada

cómo voy a creer / dijo el fulano
que tu cuerpo / mengana
no es algo más de lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos
cómo voy a creer / mengana austral
que sos tan sólo lo que miro
acaricio o penetro

cómo voy a creer / dijo el fulano
que la útopia ya no existe
si vos / mengana dulce
osada / eterna
si vos / sos mi utopía


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Escrito por "Mario Benedetti"
Tomado de "Praxis del fulano" del libro "Las soledades de babel"

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