sábado, 26 de diciembre de 2009

El crimen como política de Estado


Por Oscar Taffetani

“Una fuerte polémica se desató ayer cuando el ministro de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández, admitió que se incorporará a policías exonerados en retiro entre los 4.000 efectivos que se sumarán a los patrullajes en el conurbano bonaerense”. (La Nación, 29/3/09)

“En un hecho casi sin precedente, el ministro de Seguridad
bonaerense, Carlos Stornelli, denunció que sospecha que policías bonaerenses retirados o exonerados habrían reclutado a menores
para que asesinen a la arquitecta Renata Toscano, a la maestra
Sandra Almirón y a la bioquímica Ana María Castro”.
(La Nación, 16 de diciembre de 2009)

(APe).- A Winston Smith, el desgraciado protagonista de la novela 1984, lo detienen por conspirar contra el Estado. Su delito ha sido guardar el diario de ayer, en un país donde, entre otras cosas, está prohibida la memoria.

La Policía Bonaerense, mucho antes de llegar a 1984, ya había superado esos horrores imaginados por Orwell: bomberos que colocaban bombas, ambulancias en donde se torturaba a los heridos, homicidios que cometía la misma Brigada de Homicidios, etcétera.

Aquella policía con licencia para robar y matar que le habían dejado como triste herencia, a la democracia, los militares del Proceso, no tardó en encontrar nuevas mafias y nuevos capos a quienes servir. Y las ilusiones de reforma, educación y reeducación de los cuadros fueron cayéndose una tras otra (porque era y es impensable -digámoslo sin ambages- conseguir una nueva policía cuando el mismo establishment político y económico es el generador de la injusticia, de la corrupción y el delito).

A principios de este año se descubrió que la banda que mantuvo secuestrado a Leonardo Bergara estaba formada por efectivos de la Bonaerense, tanto en actividad como exonerados. Ese “descubrimiento” motivó la salida (gatopardista, como siempre) del jefe máximo Daniel Salcedo. Llegó el turno, entonces, de Juan Carlos Paggi.

A mediados de este mismo año, tras una nueva campaña de acción psicológica que convirtió la inseguridad en categoría metafísica, y con la venia del gobierno nacional, la Bonaerense comenzó a reincorporar agentes exonerados.

Y ya al terminar este año (caray, como se acortan los tiempos) el mismo Ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, denuncia públicamente que ciertos crímenes que en las últimas semanas conmovieron a figuras del espectáculo y a una parte de la ciudadanía, fueron instigados o cometidos por agentes en actividad y exonerados, todos ligados a la fuerza que conduce Juan Carlos Paggi.

La ficción de Orwell, como vemos, fue superada hasta tal punto que ya no le importa a nadie, ni a los de arriba ni a los de abajo, que la mentira de anoche sea la verdad de esta mañana y que vuelva a ser mentira al caer la tarde. El descalabro manda y el crimen (incluso en escala de genocidio, como ocurre con el hambre) pasa a ser la única y permanente política de Estado.

Datos incómodos

La Dirección Nacional de Política Criminal, dependiente de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, ha difundido recientemente datos estadísticos comparativos, sobre homicidios culposos (asesinatos) y sobre la composición etaria (edad) de los imputados.

Según esa estadística, el doloroso y triste récord de homicidios lo lleva El Salvador, ganado por las maras, con 80,4 por cada 100.000 habitantes. Lo sigue Colombia -aún sumida en una cuasi guerra civil-, con 54 asesinatos cada cien mil. Hacia abajo -y ya no en situaciones excepcionales- están Brasil (19,7), México (14,7), los Estados Unidos (8,3) y la República Argentina: 7,4.

Dentro de esa tasa argentina, que no es la más alta, el 31% de los homicidios son cometidos por jóvenes de 18 a 24 años; el 24% por adultos de 25 a 34 años y el 12% por menores de 18 años, como valores significativos.

Es verdaderamente trágico e indeseable, para cualquier comunidad, que haya menores que son lanzados o instigados a matar. Pero si, como denuncia el ministro Stornelli, los corruptores o instigadores de esos menores son elementos de las mismas fuerzas de seguridad, entonces, obviamente, el problema no es el que nos dicen que es ni está donde nos dicen que está. Dicho de otro modo: el problema es el Estado criminal y cómo hacemos, cómo hacemos los ciudadanos de a pie, para cambiarlo.

"Hoy nos encontramos en una nueva fase de la humanidad. Todos estamos regresando a nuestra casa común, la Tierra: los pueblos, las sociedades, las culturas y las religiones. Intercambiando experiencias y valores, todos nos enriquecemos y nos completamos mutuamente. (…)

(...) Vamos a reír, a llorar y a aprender. Aprender especialmente cómo casar Cielo y Tierra, es decir, cómo combinar lo cotidiano con lo sorprendente, la inmanencia opaca de los días con la trascendencia radiante del espíritu, la vida en plena libertad con la muerte simbolizada como un unirse a los antepasados, la felicidad discreta de este mundo con la gran promesa de la eternidad. Y al final habremos descubierto mil razones para vivir más y mejor, todos juntos, como una gran familia, en la misma Aldea Común, bella y generosa, el planeta Tierra."

Leonardo Boff, Casamento entre o céu e a terra. Salamandra, Rio de Janeiro, 2001.pg09

Hacia un Socialismo Nuevo La Utopía continúa

¿Qué cambios hemos experimentado en función de las lecciones que nos ha dado la historia? ¿Qué actitudes, qué acciones son de esperar hoy de una militancia socialista? Nadie nace socialista, el socialista se hace. Personalmente y comunitariamente. Hay valores referenciales, eso sí, que son columnas maestras del socialismo nuevo: la dignidad humana, la igualdad social, la libertad, la corresponsabilidad, la participación, la garantía de alimento, salud, educación, vivienda, trabajo, la ecología integral, la propiedad relativizada porque sobre ella pesa una hipoteca social.

La Utopía continúa, a pesar de todos los pesares. Escandalosamente desactualizada en esta hora de pragmatismo, de productividad a toda costa, de postmodernidad escarmentada. La Utopía de que hablamos la compartimos con millones de personas que nos han precedido, dando incluso la sangre, y con millones que hoy viven y luchan y marchan y cantan. Esta Utopía está en construcción; somos obreros de la Utopía. La proclamamos y la hacemos; es don de Dios y conquista nuestra. Con esta «agenda utópica» en la mano y en el corazón, queremos «dar razón de nuestra esperanza»; anunciamos e intentamos vivir, con humildad y con pasión, una esperanza coherente, creativa, subversivamente transformadora.

Pedro CASALDÁLIGA

Para probar si sos human@


UTOPÍAS


Cómo voy a creer / dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías

cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza

cómo voy a creer / dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea

cómo voy a creer
que el horizonte es la frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada

cómo voy a creer / dijo el fulano
que tu cuerpo / mengana
no es algo más de lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos
cómo voy a creer / mengana austral
que sos tan sólo lo que miro
acaricio o penetro

cómo voy a creer / dijo el fulano
que la útopia ya no existe
si vos / mengana dulce
osada / eterna
si vos / sos mi utopía


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Escrito por "Mario Benedetti"
Tomado de "Praxis del fulano" del libro "Las soledades de babel"

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